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Ya la parábola evangélica de los lirios del campo y los pájaros del cielo ironiza acerca de los tesoros, los stocks y las provisiones, que solo son adjetivos de las personas: los principados y los señoríos no son más que imposturas, "Degollar a un rey, hacer lo que nunca nos atrevimos a hacer, son cosas fáciles de realizar y deben ser realizadas." Lo que importa no es la virginidad de los gestos y de las palabras, sino la del pensamiento, exactamente esa que la ironía nos enseña a aislar. Por otra parte, Pascal nos ha mostrado los malentendidos, e incluso las casualidades, a los que la justicia humana les debe su prestigio.
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                                                     Vladimir Jankélévitch en La Ironía.