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(…)Cierto vacío, no todo, cierto vacío. O un vacío
indeterminado, un vacío indeterminado le marca a uno el camino también. Hace
que la fantasía, hace que el anhelo, o hace que el sueño, también que el
recuerdo se vuelvan más fuertes. Eso es evidente. El hecho es que uno no tiene
que salir inmediatamente con el desierto o con el desierto místico de Juan de la Cruz o de Teresa de Ávila o
de los árabes. Esto es así; es material. La mística es probablemente lo más
material del mundo, los sueños que surgen del vacío, las representaciones, los
anhelos, las oraciones mística y materia no se oponen en absoluto. Mística y
materia no se oponen en absoluto. Desde el punto de vista espiritual, no hay
nada que pueda ser más material, nada que sea una materia más pura que los
poemas, o las oraciones, también los tratados, casi escolásticos, de los
místicos. Cuando Teresa de Ávila describe las distintas estancias del cuerpo
donde habita Dios y cómo uno en estas estancias –creo que en su obra en español
se llaman “moradas”-, cómo uno podría acercarse a ellas, cómo uno podría tener
entrada ahí- si uno lo lee con detalle, cada frase tiene un ritmo material-, lo
está describiendo con mucha más precisión-estoy pensando en la psique del ser
humano-que ningún psicoanalista podría describirlo. Es probable que se haya
dado ya el caso de que algún psicoanalista moderno haya comparado las “moradas”
de Santa Teresa de Ávila con los psicoanálisis de Freud. Sin duda, es otro
lenguaje, pero en cierto modo es exactamente lo mismo, o palpable y lleno de
sentido de un modo distinto de lo que Freud desarrolló o descubrió. O
investigó. ¡Está investigado por Teresa! Ella lo describió sólo de sí misma.
Seguro que, al igual que para Sigmund Freud el hombre lobo, o sabe dios qué,
habría sido un gran caso, Teresa de Ávila habría sido quizás el gran caso de
Freud. Eso por lo que hace al vacío. El hecho es que el vacío es algo que tal
vez se puede estructurar con la máxima prolijidad. Para aquel que se exponga a
él y tenga curiosidad por él, no hay nada que se pueda estructurar de un modo
tan geométrico, tan antropológico, tan antropomórfico también, como la mirada y
el estudio de un determinado vacío del paisaje. Nada más bello, ni más lleno de
humor también, nada más lleno de misterio que algunos poemas árabes que no
tienen lugar más que en medio de las rocas, que parten de las rocas, de una
duna, de una tienda. Y lo que puede experimentar no sólo quien mira esto sino,
mejor dicho: quien lo recibe, quien recibe este vacío estructurado, ¡lo que
puede experimentar este!¡Hasta qué punto eso le da alas! Esto, creo, se puede
decir. Y cómo él se levanta en volandas y se mete en la lengua.
La Soledad (Fanzine 2013. Colombia, Bogotá)
powerpaola+adraina lozano+diego cadena+fabio zimbres +pablo besse
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