COPENHAGUE



Una obra en dos actos de 

Michael Frayn

PRIMER ACTO

MARGARITA          ¿Pero, por qué vino a Copenhague?                   

BOHR                      Mi amor, ¿acaso importa?, ¿Cuántos años hace que hemos muerto los tres?
MARGARITA          Algunas preguntas perduran mucho tiempo después de muertos sus dueños. Como fantasmas buscan las respuestas que nunca encontraron en vida.
BOHR                      Algunas preguntas no encuentran sus respuestas.
MARGARITA          ¿Por qué vino? ¿Qué es lo que trataba de decirte?



BOHR                      En el fondo creo que era muy sencillo: quería charlar.
MARGARITA          ¿Charlar? ¿Con el enemigo? ¿En medio de la guerra?
BOHR                      Margarita, mi amor, no  éramos enemigos.
MARGARITA          ¡Estamos hablando de 1941!
BOHR                      Heisenberg era nuestro amigo.
MARGARITA          Heisenberg era alemán. Nosotros éramos daneses. Los alemanes habían ocupado nuestro país.  Nunca te vi tan enojado con alguien  como esa noche con Heisenberg.
BOHR                      No te quiero contradecir, pero creo que me mantuve increíblemente tranquilo. Para él era tan difícil como para nosotros.
MARGARITA          Por eso mismo, ¿Por qué lo hizo? Ahora no le hacemos daño a nadie, no traicionamos a nadie.
HEISENBERG         Ya estamos todos muertos, es cierto. Y el mundo se acuerda de mí sólo por dos cosas: por el principio de incertidumbre y por mi misteriosa visita a Niels Bohr en Copenhague en 1941. Todos entienden de qué se trata la incertidumbre. O eso creen. Nadie entiende por qué fui a Copenhague. Lo he explicado una y otra vez. A Bohr mismo, y a Margarita. A los interrogadores, a los oficiales de inteligencia, a periodistas, historiadores. Cuanto más lo explicaba más incierto resultaba. Bueno, con mucho gusto haré un nuevo intento. Ahora que ya estamos muertos y no le hacemos daño a nadie,  y no traicionamos a nadie.
MARGARITA          Ahora te lo puedo decir. Nunca me cayó bien.
BOHR                      No es cierto. Te caía muy bien cuando vino por primera vez en los veinte. ¿Y cuando vino a la playa, con nosotros y los chicos? Era uno más de la familia.
MARGARITA          Tenía algo “raro”, ya desde esa época.
BOHR                      Bueno, pero era un físico excepcional. Y cuanto más lo pienso más me convenzo de que Heisenberg fue el mejor.
HEISENBERG         ¿Quién fue Bohr? Fue el primero, el padre de todos nosotros. Todo lo que hicimos se fundó sobre su gran intuición.
BOHR                      Pensar que vino a trabajar conmigo en 1924...
HEISENBERG         Acababa de terminar mi doctorado, y Bohr era el físico atómico más famoso del mundo.
BOHR                      ...y en poco más de un año inventó la mecánica cuántica.
MARGARITA          Surgió del trabajo que hicieron juntos.
BOHR                      Un año después obtuvo el principio de incertidumbre.
MARGARITA          Y fue tuya la complementariedad.
BOHR                      Las discutimos juntos.
HEISENBERG         Juntos hicimos nuestros mejores trabajos.
BOHR                      Funcionábamos como una empresa.
HEISENBERG         Presidente y gerente general.
MARGARITA          Padre e hijo.
HEISENBERG         Una empresa familiar.
MARGARITA          Aunque teníamos nuestros propios hijos.
BOHR                      Y seguimos trabajando juntos mucho tiempo después cuando ya había dejado de ser mi asistente.
HEISENBERG         Después de haber regresado a Alemania en 1927, y mucho después de tener mi propia cátedra y familia.
MARGARITA          Entonces llegaron los nazis al poder...
BOHR                      Y se volvió cada vez más difícil. Cuando estalló la guerra, imposible. Hasta ese día en 1941.
MARGARITA          Cuando se terminó para siempre.
BOHR                      Si, ¿Por qué lo hizo? 
HEISENBERG         Septiembre de 1941. Durante años lo tuve registrado en la memoria como octubre.
MARGARITA          Septiembre. Fines de septiembre.
HEISENBERG         Septiembre de 1941, Copenhague. Y acá estoy, bajándome del tren nocturno que viene de Berlín, con mi colega Carl von Weizsäcker. Dos trajes civiles entre todos los uniformes grises del ejercito alemán y los uniformes  negros  de la SS que llegaban con nosotros. En mi portafolio están los papeles de la conferencia que tengo que dar. En mi cabeza hay otro mensaje que tengo que comunicar. La conferencia es de astrofísica. El asunto dentro de mi cabeza es más difícil.         Weizsäcker ha sido mi Juan Bautista, le ha escrito a Bohr para advertirle de mi llegada.
MARGARITA          ¿Quiere verte?
BOHR                      Creo que ha venido para eso.
MARGARITA          Debe ser muy importante lo que quiere decirte.
HEISENBERG         Tiene que parecer natural. Tiene que ser privado.
MARGARITA          Espero que no estés pensando en invitarlo a nuestra casa.
BOHR                      Obviamente es lo que  esta esperando.
MARGARITA          ¡Niels! ¡Ellos han ocupado nuestro país!
BOHR                      El no es ellos.
MARGARITA          Es uno de ellos.
HEISENBERG         Lo primero que hicimos fue visitar oficialmente el Instituto de Bohr de Física Teórica. Luego almorzamos en el viejo comedor familiar del instituto. Por supuesto que no tengo oportunidad de hablarle a Bohr. Es como en un sueño. No puedo poner en foco los detalles precisos de la escena que me rodea. ¿Esta Bohr? Esta Rozental, esta Moller, es quien decido que sea... Lo que sí me acuerdo es que fue una ocasión muy incomoda.
BOHR                      Fue un desastre. Causó una muy mala impresión. Que era lamentable la ocupación de Dinamarca. Que sin embargo era perfectamente aceptable la ocupación de Polonia. Y que ahora era seguro que Alemania ganaría la guerra.
HEISENBERG         Nuestros tanques están a las puertas de Moscú. ¿Qué nos puede detener? Hay una cosa quizás. Una cosa.
BOHR                      Es cierto que él sabe que lo están vigilando Tenemos que tenerlo en cuenta. Se tiene que cuidar con lo que dice.
MARGARITA          O no lo van a dejar salir del país de nuevo.
HEISENBERG         Me pregunto si se imaginan lo doloroso que fue conseguir el permiso para venir. Los humillantes pedidos al partido, los esfuerzos degradantes para que nuestros amigos en la cancillería usaran sus influencias.
MARGARITA          ¿Cómo lo viste? ¿Está muy cambiado?
BOHR                      Un poco más viejo.
MARGARITA          Todavía lo recuerdo como un chico.
BOHR                      Tiene casi cuarenta. Un profesor maduro.
MARGARITA          ¿Estás seguro de que querés invitarlo acá?
BOHR                      Pongamos los argumentos a favor y en contra, razonable y científicamente. Primero, Heisenberg es un amigo...
MARGARITA          Primero, Heisenberg es alemán.
BOHR                      Un judío blanco. Así lo llamaban los nazis. Enseñaba relatividad, y decían que era física judía. No podía mencionar a Einstein, pero siguió con la relatividad a pesar de que lo atacaban terriblemente.
MARGARITA          Todos los judíos de verdad perdieron sus trabajos. El todavía enseña.
BOHR                      Todavía enseña relatividad.
MARGARITA          Todavía es profesor en Leipzig. No quería dejar Alemania.
BOHR                      Quiere estar ahí para reconstruir la ciencia alemana cuando  Hitler no este más.
MARGARITA          Y si lo estan custodiando van a informar todo. A quién ve. Qué les dice. Qué le dicen a él.
HEISENBERG         Llevo mi vigilancia a cuestas como una enfermedad infecciosa. Sé que a Bohr también lo vigilan.
MARGARITA          Y sabés que  también te vigilan.
BOHR                      ¿Quién? ¿La Gestapo?
HEISENBERG         ¿Se dará cuenta?
BOHR                      No tengo nada que esconder.
MARGARITA          Nuestros compatriotas daneses. Sería una traición terrible a su confianza si pensaran que estás colaborando.
BOHR                      Invitar a un viejo amigo a cenar no es colaborar.
MARGARITA          Podría parecerlo.           ¿No van a hablar de política?
BOHR                      Sólo de física. Supongo que quiere hablar de física.
MARGARITA          Creo que también tenés que suponer que nosotros no somos los únicos que escuchamos lo que se dice en esta casa. Si quieren privacidad sería mejor que hablaran al aire libre.
HEISENBERG         ¿Podré sugerirle que vayamos a caminar?
BOHR                      Me parece que nada de paseos. Lo que me quiera decir me lo puede decir donde lo escuchen todos.
MARGARITA          Quizás quiera compartir una idea nueva.
HEISENBERG         Así que ahora me encuentro, caminando en el crepúsculo otoñal hacia la casa de los Bohr. Seguido, supongo, por mi sombra invisible. ¿Qué siento? Miedo, seguro; el miedo que a uno siempre le produce, un maestro, el jefe, un padre. Mucho más miedo por lo que tengo que decir.  Y más miedo aún por lo que puede pasar si fracaso.
MARGARITA          ¿No es algo que tiene que ver con la guerra?
BOHR                      Heisenberg es un físico teórico. No creo que nadie haya descubierto una manera de usar la física teórica para matar gente.
MARGARITA          ¿No será algo que tenga que ver con la fisión?
BOHR                      ¿Con la fisión? ¿Por qué querría hablarme a mí de fisión?
MARGARITA          Porque estás trabajando en eso. Sos la máxima autoridad en el tema.
BOHR                      No ha publicado nada sobre fisión.
MARGARITA          ¿Y si los alemanes estuvieran desarrollando algún tipo de arma que se basara en la fisión nuclear?
BOHR                      Mi amor, nadie va a desarrollar un arma basada en la fisión nuclear.
MARGARITA          Pero si los alemanes lo intentaran, Heisenberg estaría involucrado.
BOHR                      ¿Por qué? Si hay muchos  físicos alemanes tan buenos como él.
MARGARITA          Casi todos judíos. Todos tuvieron que huir a Estados Unidos y a Inglaterra.
HEISENBERG         Einstein, Wolfang Pauli, Max Born...y tantos otros.
MARGARITA          Asi que Heisenberg tendría que ser el responsable del trabajo.
BOHR                      ¡Margarita, no existe tal trabajo! John Wheeler y yo lo hicimos todo en 1939. Una de las cosas que se desprende de nuestro trabajo es que no hay manera de poder usar la fisión para producir armas, por lo menos  en un futuro cercano.
MARGARITA          ¿Entonces por qué todos siguen trabajando en el tema?
BOHR                      Porque tiene algo de mágico. Uno le dispara un neutrón al núcleo de un átomo de uranio y se divide en dos elementos distintos. Era lo que trataban de hacer los alquimistas, que un elemento se convirtiera en otro.
MARGARITA          ¿Y entonces a qué viene?
HEISENBERG         Aplasto las piedritas del camino tan familiar hacia la puerta de entrada de la casa de los Bohr, y hago sonar la campana. Siento miedo, sí. Y una mezcla disparatada de vanidad y de algo que me hace sentir totalmente indefenso  -que de los 2.000 mil millones de habitantes de esta tierra me hayan dado a mí esta responsabilidad imposible... Se abre la pesada puerta.
BOHR                      ¡Mi querido Heisenberg!
HEISENBERG         ¡Mi querido Bohr!
BOHR                      Pase, pase...
MARGARITA          Y, por supuesto, apenas se ven se avivan las viejas llamas.
HEISENBERG         Me siento tan conmovido de que me haya podido recibir.
BOHR                      Debemos intentar seguir comportándonos como seres humanos.
HEISENBERG         Me doy cuenta de lo difícil que resulta.
BOHR                      Sólo pudimos darnos la mano el otro día en el almuerzo.
HEISENBERG         Y a Margarita no la veo desde...
BOHR                      Desde hace cuatro años.
MARGARITA          Niels tiene razón. Se lo ve mayor.
HEISENBERG         Nos tendríamos que haber visto en Zurich...
BOHR                      En septiembre de 1939.
HEISENBERG         Y lamentablemente...
BOHR                      Lamentablemente para nosotros también.
MARGARITA          Y mucho más lamentablemente para mucha  gente.
HEISENBERG         Sí. Por supuesto.
BOHR                      Así están las cosas.
HEISENBERG         ¿Qué puedo decirles?
MARGARITA          ¿Es que se puede decir algo en estas circunstancias?
HEISENBERG         No. ¿Y sus  hijos?
MARGARITA          Están bien, gracias. ¿Isabel? ¿Los chicos?
HEISENBERG         Muy bien. Mandan cariños.
MARGARITA          A pesar de todo ¡tenían tantas ganas de verse! Pero ahora que llegó el momento están tan ocupados en evitar mirarse a los ojos que apenas se ven.
HEISENBERG         No sé si se da cuenta cuanto significa para mí estar acá de vuelta, en esta casa. Estuve muy solo en estos últimos años.
BOHR                      Me lo puedo imaginar.
MARGARITA          A mí casi no me ve. Lo observo discretamente detrás de mi  cortesía  mientras sigue esforzándose.
HEISENBERG         ¿La situación acá ha sido difícil?
BOHR                      ¿Difícil?
MARGARITA          Por supuesto. Tiene que preguntar. Tiene que sacárselo de encima.
BOHR                      Difícil...  ¿Qué puedo decir? Por el momento no se impusieron las leyes raciales.
MARGARITA          Todavía.
BOHR                      Hace unos meses empezaron a deportar a los comunistas y a otros elementos anti-alemanes.
HEISENBERG         ¿Pero a ustedes...?
BOHR                      No nos han molestado.
HEISENBERG         Estuve muy preocupado.
BOHR                      Muy amable. Por ahora nada que deba quitarle el sueño.
MARGARITA          Otro silencio. Cumplió con su deber. Ahora puede llevar la conversación a temas más placenteros.
HEISENBERG         ¿Todavía navega?
BOHR                      ¿Navegar?
MARGARITA          Mal comienzo.
BOHR                      No, no navego.
HEISENBERG         ¿El mar está...?
BOHR                      Minado.
HEISENBERG         Por supuesto.    
MARGARITA          Supongo que no le preguntará si sigue esquiando.
HEISENBERG         ¿Y esquiar?
BOHR                      ¿Esquiar? ¿En Dinamarca?
HEISENBERG         En Noruega. Usted solía ir a Noruega.
BOHR                      Solía, sí.
HEISENBERG         Digo como Noruega también está....
BOHR                      ¿Ocupada? De hecho supongo que podríamos tomarnos vacaciones en casi cualquier lugar de Europa.
HEISENBERG         Perdón, no lo quise decir de esa manera.
BOHR                      Quizás estoy un poco susceptible.
HEISENBERG         No se si podría considerar la posibilidad de venir alguna vez a Alemania...
MARGARITA          Este chico es un idiota.
BOHR                      Mi querido Heisenberg, sería fácil equivocarse y pensar que los ciudadanos de una pequeña nación, de una pequeña nación invadida, invadida caprichosa y cruelmente, por su vecino más poderoso, no tienen exactamente los mismos sentimientos de orgullo nacional, y el mismo amor por su país que sus conquistadores.
MARGARITA          Niels, qué dijimos.
BOHR                      Sólo hablar de física, sí.
MARGARITA          Nada de política.
BOHR                      Lo siento.
HEISENBERG         No, no, yo sólo quería decir que todavía tengo mi cabaña de esquiar. Así que si por casualidad... alguna vez... por cualquier motivo.
BOHR                      Quizás Margarita fuera tan gentil de coserme una estrella amarilla en mi chaqueta de esquiar.
HEISENBERG         Sí. Sí. Qué estúpido.
MARGARITA          Silencio nuevamente. Ahora me empieza a dar pena. Sentado acá, completamente solo en un país que lo odia, solo enfrentado a nosotros dos. Así se lo ve mas joven, como el chico que vino acá por primera vez en 1924. Tímido y arrogante y con necesidad de que lo quieran. Y, sí, es triste porque Niels lo amaba. Fue un padre para él.
HEISENBERG         Y...  ¿En qué está trabajando?
BOHR                      Con la fisión, casi exclusivamente ¿Y usted?
HEISENBERG         Varias cosas.
MARGARITA          ¿Fisión?
HEISENBERG         A veces siento mucha envidia de su ciclotrón.
MARGARITA          ¿Por qué? ¿También está trabajando sobre la fisión?
HEISENBERG         Hay más de treinta en los Estados Unidos. Mientras que en toda Alemania... Bueno... ¿Por lo menos todavía pueden ir a su casa de la playa?
BOHR                      Todavía vamos, sí.
MARGARITA          Estaba por decir que en toda Alemania...
BOHR                      ...no hay ni un solo ciclotrón.
HEISENBERG         Es tan linda la playa en esta época del año.
BOHR                      ¿No será que vino a llevarse el ciclotrón? ¿No es por eso que vino a Copenhague?
HEISENBERG         No vine a Copenhague por eso.
BOHR                      Lo siento. No debo adelantar conclusiones
HEISENBERG         No, ninguno de nosotros debería adelantar conclusiones de ningún tipo.
BOHR                      Pero la falta de ciclotrones en Alemania no es seguramente un secreto militar.
HEISENBERG         No tengo idea  de qué es  secreto y que no lo es.
BOHR                      Tampoco es un secreto porque no los tienen. No lo puede decir pero yo sí puedo. Es porque los alemanes sistemáticamente se opusieron a la física teórica. ¿Por qué? Porque la mayoría de los que trabajaban en ese campo eran judíos. ¿Y por qué tantos eran judíos? Porque la física teórica, la física que le interesaba a Einstein, a Schrödinger, a Pauli y a nosotros dos, siempre fue considerada en Alemania inferior a la física experimental, y las cátedras teóricas eran las únicas a las que podían acceder los judíos.
MARGARITA          ¿Física, sí? Física.
BOHR                      Esto es física.
MARGARITA          También es política.
HEISENBERG         A veces es extremadamente difícil separarlas. ¿Está en contacto con nuestros amigos en Inglaterra? ¿Con Born? ¿Con Chadwick?
BOHR                      Heisenberg, estamos bajo ocupación alemana. Alemania esta en guerra con Inglaterra.
HEISENBERG         Pensé que quizás mantuviera algún contacto. ¿O con la gente en Estados Unidos? No estamos en guerra con ellos.
BOHR                      ¿Qué quiere saber?
HEISENBERG         Curiosidad...
MARGARITA          La única visita de afuera vino de Alemania. Su amigo Weizsäcker nos visitó en marzo. No se por qué lo trajo al director del Instituto Alemán.
HEISENBERG         Lo siento. Lo hizo con las mejores intenciones. Quizás no les explicó que el Instituto está bajo el control de la Cancillería. Tenemos buenos amigos en la  embajada acá.
BOHR                      Es un departamento del gobierno nazi
HEISENBERG         Pero estarán intentando que los ciudadanos distinguidos de este país  puedan trabajar tranquilos.
BOHR                      ¿Me está diciendo que sus amigos en la embajada me están protegiendo?
HEISENBERG         Lo que digo, por si Weizsäcker no lo aclaró, es que se sentirían muy honrados si usted pudiera aceptar una invitación de vez en cuando.
BOHR                      ¿Ir a cocktails a la embajada alemana? ¿A tomar café con tortas con el embajador nazi?
HEISENBERG         A alguna conferencia quizás. A grupos de discusión. Cualquier tipo de contacto social podría ser de ayuda.
BOHR                      Seguro que sí.
HEISENBERG         En algunas circunstancias podría ser esencial.
BOHR                      ¿En qué circunstancias?
HEISENBERG         Creo que los dos lo sabemos.
BOHR                      ¿Porque soy medio judío?
HEISENBERG         Todos en algún momento podemos necesitar ayuda de nuestros amigos.
BOHR                      ¿Por esto vino a Copenhagen? ¿Para invitarme a mirar la deportación de mis compatriotas desde las ventanas de la embajada alemana?
HEISENBERG         ¡Bohr, por favor! ¡Por favor! ¿Qué otra cosa puedo hacer? ¿Cómo puedo ayudar? Es una situación increíblemente difícil para usted. Lo entiendo. También es una situación increíblemente difícil para mí.
BOHR                      Sí. Discúlpeme. Estoy seguro de que también tiene las mejores intenciones.
HEISENBERG         De todas modos no vine por eso.
MARGARITA          Quizás debería decir simplemente lo que quiere decir.
HEISENBERG         ¿No tendría ganas de salir a caminar como en los viejos tiempos?
BOHR                      Hace frío esta noche, me parece, para caminar.
HEISENBERG         Esto es tan difícil. ¿Se acuerda dónde nos conocimos por primera vez?
BOHR                      Por supuesto, en Göttingen en 1922.
HEISENBERG         En un congreso en su honor.
BOHR                      Era un gran honor. Estaba consciente de eso.
HEISENBERG         Se lo honraba por dos razones. Primero, por ser un gran físico...
BOHR                      Sí, sí.
HEISENBERG         ...y en segundo lugar porque era una de las pocas personas de Europa que estaba dispuesta a tratar con Alemania. La primera guerra había terminado hacía cuatro años, y todavía se nos trataba como a leprosos. Usted nos dio la mano. Siempre inspiró amor, sabe eso. Donde sea que haya estado, que haya trabajado. Acá, en Dinamarca. En Inglaterra, en Estados Unidos. Pero en Alemania lo adorábamos. Porque nos dio la mano.
BOHR                      Alemania cambió.
HEISENBERG         Sí. Entonces estábamos derrotados y podía ser generoso.
MARGARITA          Y ahora ustedes dominan.
HEISENBERG         Y es más difícil ser generoso. Pero nos dio la mano y la estrechamos.
BOHR                      Sí... ¡No! Usted no. En realidad me la mordió.
HEISENBERG         ¿La mordí?
BOHR                      ¡Me mordió la mano! ¡Sí! Yo se la di ceremoniosa y reconciliadoramente y usted ...
HEISENBERG         ¿De qué está hablando?
BOHR                      Usted se paró y me atacó.
HEISENBERG         Ah... Hice algunos comentarios.
BOHR                      Era un hermoso día de verano. Hileras de físicos y matemáticos eminentes, todos dando su aprobación a mi  sabiduría. De repente salta un cachorro atrevido y me dice que mis cálculos matemáticos están equivocados.
HEISENBERG         Estaban equivocados.
BOHR                      ¿Qué edad tenía?
HEISENBERG         Veinte.
BOHR                      Dos años menos que el siglo.
HEISENBERG         No exactamente.
BOHR                      El cinco de diciembre, ¿sí?
HEISENBERG         1, 93 años menos que el siglo.
BOHR                      Para ser exactos.
HEISENBERG         No, para ser exactos 1,928... 7 ...6 ...7 ...1...
BOHR                      Siempre podré calcularle la edad a usted y al siglo.
MARGARITA          Y Niels decide, de repente, amarlo nuevamente, a pesar de todo. ¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Fue el recuerdo de ese día de verano en Göttingen? Como sea, para cuando nos sentamos a cenar, las cenizas se encendieron nuevamente.
BOHR                      ¡Siempre tan combativo! Hasta cuando jugábamos tenis de mesa. Parecía que me quería matar.
HEISENBERG         Quería ganar. Usted también quería ganar.
BOHR                      Yo quería un agradable partido de ping-pong.
HEISENBERG         Dice eso porque no se podía ver la expresión de la cara.
BOHR                      Podía ver la suya.
HEISENBERG         ¿Y cuando jugábamos al póquer en mi cabaña de esquiar? Una vez nos limpió a todos. ¿Se acuerda de eso? ¡Con una escalera que no tenía! Todos matemáticos, todos contando las cartas, estamos 90 % seguros de que no tiene nada. Pero él sigue haciéndonos subir y subir la apuesta. Esa confianza demente. Hasta que nuestra fe en la probabilidad matemática comienza a debilitarse y uno por uno nos vamos al mazo.
BOHR                      Es que estaba seguro de que tenía una escalera. No vi bien las cartas. Me engañé a mí mismo.
MARGARITA          Pobre Niels.
HEISENBERG         ¿Pobre Niels? ¡Ganó! Nos dejó en la bancarrota. ¡Era demencialmente competitivo!
BOHR                      Usted era el competitivo. Una vez bajábamos esquiando desde la cabaña para buscar provisiones y hasta a eso lo convertía en una carrera. ¿Se acuerda? Estábamos con Weizsäcker y alguien más. Sacó un cronómetro.
HEISENBERG         El pobre Weizsäcker tardó dieciocho minutos.
BOHR                      Usted bajó en diez, por supuesto.
HEISENBERG         Ocho.
BOHR                      No me acuerdo cuánto tardé yo.
HEISENBERG         Cuarenta y cinco minutos.
BOHR                      Gracias.
HEISENBERG         Esquiaba como hacía ciencia. ¿Qué estaba esperando? ¿Estaba realizando diecisiete posibles recorridos diferentes?
MARGARITA          Y sin que yo estuviera ahí para poderlas tipear.
BOHR                      Por lo menos yo sabía dónde estaba. A la velocidad que iban ustedes se estaban enfrentando a la relación de incertidumbre. Si sabían dónde estaban cuando llegaban, no sabían a qué velocidad habían bajado. Si sabían a qué velocidad habían bajado, no sabían que habían llegado.
HEISENBERG         Yo no necesito detenerme para pensar.
BOHR                      Justamente eso es lo que podría ser criticable en parte de su trabajo.
HEISENBERG         De todos modos, generalmente llegaba.
BOHR                      Sí, pero no le importaba qué se destruía en el camino. Mientras funcionaba la matemática estaba satisfecho.
HEISENBERG         Si algo funciona, funciona.
BOHR                      Pero la pregunta siempre es: ¿Qué significa la matemática en un lenguaje sencillo ¿Cuáles son las implicancias filosóficas?
HEISENBERG         Cuando se baja a setenta kilómetros por hora las decisiones se toman solas. De repente, enfrente hay un abismo. ¿Doblo a la izquierda? ¿A la derecha? Si me pongo a pensarlo. En la cabeza uno dobla para los dos lados...
MARGARITA          Como esa partícula.
HEISENBERG         ¿Qué partícula?
MARGARITA          La que usted decía que atraviesa dos ranuras distintas al mismo tiempo.
HEISENBERG         Ah, en nuestro viejo hipotético experimento. Sí. ¡Sí!
HEISENBERG         O como la música, esa es otra cosa que nos hace decidir. Yo toco el piano y parece que el camino se abre delante mío, sólo tengo que seguir. Así tuve mi único éxito con las mujeres. Una velada musical en casa de unos amigos en Leipzig, un trío de piano. 1937. Estamos tocando Beethoven en Sol mayor. Terminamos el scherzo, y levanto la vista para ver si los otros dos están listos para comenzar el finale presto. Y en ese instante veo a una joven sentada a un costado de la sala. Sólo un instante, pero por supuesto ya me la había llevado a mi cabaña, nos habíamos comprometido, nos habíamos casado, etcétera – fantasías románticas inútiles -. Y arrancamos con el finale presto, y es extremadamente rápido y no tengo tiempo de asustarme. Y todo me resulta fácil. Terminamos y sigo esquiando. Hago que me presenten a la joven, la acompaño a su casa y, sí, una semana más tarde me la he llevado a la cabaña, otra semana y nos comprometemos, tres meses más tarde nos casamos. ¡Y todo por la velocidad de ese finale presto!
BOHR                      Decía que se sentía solo. Pero tiene compañía.
HEISENBERG         ¿La música?
BOHR                      ¡Isabel!
HEISENBERG         Ah, sí. Aunque con los chicos y esas cosas... siempre envidié cómo ustedes dos hablan de todo. De su trabajo. Sus problemas. De mí, sin duda.
BOHR                      La naturaleza me formó como una entidad matemática curiosa: no una unidad sino la mitad de dos.
HEISENBERG         La matemática es muy extraña cuando se la aplica a la gente. Uno más uno puede ser tantas cosas...
MARGARITA          Silencio. ¿En qué pensará? ¿En su vida? ¿En la nuestra?
HEISENBERG         Silencio. Y por supuesto están pensando nuevamente en sus hijos.
MARGARITA          Los mismos recuerdos luminosos. Los mismos oscuros. Vuelven y vuelven.
HEISENBERG         Sus cuatro hijos vivos y los dos muertos.
MARGARITA          Harald. Solo en ese hospital.
BOHR                      Está pensando en Cristian y en Harald.
HEISENBERG         Los dos chicos perdidos. Harald...
BOHR                      Todos esos años sólo, en ese hospital espantoso.
HEISENBERG         Y Cristian. El primogénito. El hijo mayor.
BOHR                      Una vez más esos segundos que veo todos los días.
HEISENBERG         Esos breves segundos en el barco, cuando el timón se clava en el mar embravecido y Cristian se está cayendo.
BOHR                      Si no lo hubiera dejado estar al timón...
HEISENBERG         Esos segundos tan largos en el mar.
BOHR                      Esos segundos interminables en el mar.
HEISENBERG         Cuando intenta alcanzar el salvavidas.
BOHR                      Casi lo alcanza.
MARGARITA          Yo estoy en nuestra casa de la playa. Levanto la vista de mi trabajo. Niels está en la puerta mirándome silenciosamente. De pronto desvía la mirada y sé que ha pasado.
BOHR                      Tan cerca, ¡Tan cerca! ¡Una distancia tan pequeña!
HEISENBERG         El timón se clava una y otra vez... una y otra vez...
MARGARITA          Niels desvía la mirada.
BOHR                      Cristian estira el brazo para alcanzar el salvavidas...
HEISENBERG         Pero hay cosas de las que ni ellos hablan.
BOHR                      Algunas cosas sólo las pensamos.
MARGARITA          Porque no hay nada que decir.
BOHR                      Bueno... quizás no tengamos tanto frío. Usted me propuso una caminata.
HEISENBERG         En realidad hace bastante calor.
BOHR                      No vamos a tardar.
HEISENBERG         Una semana como máximo.
BOHR                      ¿Qué? ¿Cómo nuestra famosa primera caminata?
HEISENBERG         Fuimos a Elsinore. Me acuerdo muchas veces de lo que me dijo estando ahí.
BOHR                      ¿Te molesta mi amor? ¿Media hora?
HEISENBERG         Quizás una hora. Dijo que no podíamos tener una impresión virgen de Elsinore, que se veía afectada por saber que Hamlet había vivido ahí. Cada rincón oscuro nos recordaba la oscuridad dentro del alma humana...
MARGARITA          Así que están caminando de nuevo. Lo logró. Y si están caminando están hablando. Hablando de otra manera, sin duda. Tantas veces he tipeado sobre como cambia el comportamiento de las partículas cuando no son observadas... Ahora que empezaron, una hora se convertirá en dos o en tres... Lo primero que alguna vez hicieron juntos fue irse a caminar. Después de esa conferencia en Göttingen. Niels inmediatamente fue a buscar a ese joven atrevido que había cuestionado sus matemáticas, y se lo llevó a caminar por el campo. Caminar, hablar, conocerlo. Y cuando Heisenberg llegó aquí a trabajar para él, de nuevo salieron a dar su vuelta histórica por el campo. Mucha de la física de este siglo la hicieron al aire libre. Caminando por los bosques en nuestra casa de campo. Bajando a la playa con los chicos. Cristian de la mano de Heisenberg. Y cada noche, después de cenar en Copenhagen, caminaban por el parque detrás del Instituto, o hasta el puerto. Caminar y hablar. Mucho, mucho antes de que las paredes tuvieran oídos... Pero esta vez, en 1941, su caminata toma un curso distinto. Diez minutos después de salir... vuelven. Apenas he levantado la mesa, lo veo a Niels en la puerta. Me doy cuenta inmediatamente de lo enojado que está. No puede mirarme a los ojos.
BOHR                      Heisenberg se quiere despedir. Se va.
MARGARITA          El tampoco me mira.
HEISENBERG         Gracias. Una velada encantadora. Casi como en los viejos tiempos. Muy amable.
MARGARITA          ¿Café? ¿Quiere tomar algo?
HEISENBERG         Tengo que preparar mi conferencia.
MARGARITA          ¿Pero nos va a venir a ver antes de irse?
BOHR                      Tiene mucho que hacer.
HEISENBERG         Perdóneme si dije o hice algo que...
BOHR                      Sí, sí.
HEISENBERG         Significó mucho para mí estar con los dos de nuevo. Más de lo que se imaginan.
MARGARITA          Fue un placer para nosotros. Cariños a Isabel.
BOHR                      Claro.
MARGARITA          Y los chicos.
HEISENBERG         Tal vez cuando esta guerra haya terminado... si estamos vivos... adiós.
MARGARITA          ¿Política?
BOHR                      Física. No tiene razón. ¿Cómo puede tener razón? Si John Wheeler y yo...
MARGARITA          Un poco de aire fresco mientras hablamos, ¿no?
BOHR                      ¿Aire fresco?
MARGARITA          Una vuelta por el jardín. Más saludable que quedarse adentro, creo.
BOHR                      Ah, sí.
MARGARITA          Para todos.
BOHR                      Sí. Gracias... ¿Cómo podría tener razón? Wheeler y yo analizamos el asunto exhaustivamente en 1939.
MARGARITA          ¿Qué te dijo?
BOHR                      Nada. No sé. Estaba demasiado enojado para entender.
MARGARITA          ¿Tenía que ver con la fisión?
BOHR                      ¿Qué pasa durante la fisión? Se dispara un neutrón al núcleo de un átomo de uranio, se divide y libera energía.
MARGARITA          Una gran cantidad de energía, ¿Sí?
BOHR                      Suficiente para mover una mota de polvo. Pero también libera dos o tres neutrones más cada uno de los cuales puede llegar a dividir otro núcleo.
MARGARITA          ¿Y, entonces, cada uno de esos núcleos divididos libera energía a su vez?
BOHR                      Y dos o tres neutrones más.
HEISENBERG         Mientras uno esquía se desplaza un poco de nieve. Ese poco de nieve desplaza más nieve y se forma una bola de nieve...
BOHR                      Una cadena de núcleos divididos, que se multiplica, atraviesa el uranio, doblando y cuadriplicándose en una millonésima de segundo de una generación a la otra. Dos divisiones para empezar, luego dos al cuadrado, dos al cubo, a la cuarta, a la quinta, a la sexta...
HEISENBERG         El tronar de la avalancha retumba en todas las montañas alrededor...
BOHR                      Hasta que mas tarde o mas temprano, digamos después de ocho generaciones, 2 80 motas de polvo han sido desplazadas. 280 es un número con 24 ceros. Suficientes motas de polvo para crear una ciudad, y todos los que viven en ella.
HEISENBERG         Pero hay una dificultad.
BOHR                      Gracias a Dios, hay una dificultad. El uranio natural está constituido por dos isótopos diferentes, el U-238 y el U-235. Menos del uno por ciento es U-235 y ésta pequeña fracción es la única parte que es fisionable por neutrones rápidos.
HEISENBERG         Esta fue la gran intuición de Bohr. Otra de sus increíbles intuiciones. Le sucedió cuando estaba en Princeton en 1939, caminando por el campus con Wheeler.
BOHR                      Es una doble dificultad. El 238 no sólo no puede ser dividido de ninguna manera por los neutrones rápidos, sino que los absorbe. Así que al poco tiempo que comienza la reacción en cadena, no quedan suficientes neutrones rápidos para fisionar al 235.
HEISENBERG         Y la cadena se detiene.
BOHR                      También se puede fisionar al 235 con neutrones lentos. Pero entonces la reacción en cadena ocurre mucho más lentamente de lo que el uranio explota.
HEISENBERG         Y una vez más la cadena se detiene.
BOHR                      Lo que todo esto significa es que una reacción en cadena explosiva no ocurrirá jamás en el uranio natural. Para producir una explosión se tendrá que separar 235 puro. Y para que la cadena sea lo suficientemente larga para producir una explosión importante...
HEISENBERG         Ochenta generaciones, digamos...
BOHR                      ...se necesitarían muchas toneladas. Y es extremadamente difícil poder separarlo.
HEISENBERG         Tentadoramente difícil.
BOHR                      Afortunadamente difícil. Los mejores cálculos cuando estuve en Estados Unidos en 1939, eran que para producir una gramos de U-235 se tardarían 20.000 años. Y creo que para entonces se habrá terminado la guerra. Así que se equivoca, ¡Se equivoca! ¿O yo me equivoco? ¿Habré calculado mal? A ver... ¿Cuál es el ritmo de absorción de neutrones rápidos del 238? ¿Cuál es el camino libre medio de los neutrones lentos en el 235...?
MARGARITA          Pero, ¿Qué había dicho Heisenberg exactamente? Eso es lo que todos querían saber, entonces y después.
BOHR                      Es lo que quisieron saber los ingleses en cuanto Chadwick se pudo comunicar conmigo. ¿Qué dijo exactamente Heisenberg?
HEISENBERG         ¿Y qué, exactamente, contestó Bohr? Eso fue lo primero que me preguntaron mis colegas cuando regresé a Alemania.
MARGARITA          ¿Qué le contó Heisenberg a Neils? ¿Qué le respondió Neils? La persona que más lo quería saber era Heisenberg mismo.
BOHR                      ¿Querés decir cuando volvió a Copenhagen después de la guerra en 1947?
MARGARITA          Esta vez escoltado por un visible acompañante de la Inteligencia británica y no por agentes invisibles de la Gestapo.
BOHR                      Creo que quería varias cosas.
MARGARITA          Dos cosas. Paquetes de comida...
BOHR                      Para su familia en Alemania. No tenían nada para comer.
MARGARITA          Y para acordar qué se habían dicho en 1941.
BOHR                      La conversación se descompuso casi tan rápido como la vez anterior.
MARGARITA          Ni siquiera pudieron ponerse de acuerdo sobre por dónde habían caminado esa noche.
HEISENBERG         ¿Por dónde caminamos? Veo las hojas otoñales amontonadas debajo de los faroles de la calle, cerca de la glorieta.
BOHR                      ¡Sí, porque usted piensa que fue en octubre!
MARGARITA          Y fue en septiembre.
BOHR                      No había hojas caídas.
MARGARITA          Y era 1941. ¡No había faroles en la calle!
BOHR                      Yo creo que no nos habíamos alejado de mi estudio. Lo que puedo ver son los papeles bajo la luz de mi escritorio.
HEISENBERG         ¡Estábamos afuera! Lo que yo iba a decir era traición. Si me escuchaban me ejecutaban.
MARGARITA          Así que, ¿Qué fue esa cosa misteriosa que dijo?
HEISENBERG         No tiene misterio. Nunca hubo misterio. Lo recuerdo perfectamente porque mi vida estaba en juego, y elegí mis palabras con mucho cuidado. Simplemente le pregunté si, como físico, uno tenía el derecho moral de trabajar en la explotación de la energía atómica. ¿Sí?
BOHR                      No me acuerdo.
HEISENBERG         No se acuerda, no, porque casi inmediatamente se alarmó. Se detuvo en seco.
BOHR                      Yo estaba horrorizado.
HEISENBERG         Horrorizado. Bien, se acuerda de eso. Se quedó ahí parado, mirándome, horrorizado.
BOHR                      Porque la deducción era obvia. Usted estaba trabajando en eso.
HEISENBERG         Y usted se apresuró a concluir que yo estaba tratando de proveerle a Hitler armas nucleares.
BOHR                      ¡Y era lo que estaba haciendo!
HEISENBERG         ¡No! ¡Un reactor! ¡Eso era lo que intentábamos construir! ¡Una máquina para producir energía! ¡Para generar electricidad, para impulsar barcos!
BOHR                      ¡No dijo nada sobre un reactor!
HEISENBERG         ¡No dije nada sobre nada! No con claridad. No podía. No sabía cuánto podían oírnos. Qué le repetiría a otros.
BOHR                      Pero le pregunté si realmente pensaba que la fisión de uranio se podría usar para construir armas.
HEISENBERG         ¡Ah! ¡Ahora recuerda!
BOHR                      Y claramente recuerdo lo que me contestó.
HEISENBERG         Le dije que ahora sabía que sí.
BOHR                      Eso es lo que realmente me horrorizó.
HEISENBERG         Porque usted confiaba en que para producir armas se necesitaría 235 y que nunca íbamos a poder producir suficiente.
BOHR                      Un reactor. Sí, quizás porque ahí no va a explotar. Se puede mantener en funcionamiento la reacción en cadena con neutrones lentos en el uranio natural.
HEISENBERG         De lo que nos habíamos dado cuenta, sin embargo, era que si alguna vez podíamos poner en funcionamiento el reactor...
HEISENBERG         El 238 absorbería los neutrones rápidos. Y a su vez sería transformado por ellos y se convertiría en un elemento totalmente nuevo.
BOHR                      Neptunio. Que a su vez se transformaría en otro elemento...
HEISENBERG         Por lo menos tan posible de ser fisionado como el 235 que no podíamos separar...
MARGARITA          Plutonio.
HEISENBERG         Plutonio.
BOHR                      Tendría que haberlo descifrado yo mismo.
HEISENBERG         Si lográbamos construir un reactor íbamos a poder construir bombas. Eso es lo que me llevó a Copenhagen. Pero no podía decirlo. Y en este punto dejó de escucharme. La bomba ya había explotado dentro de su cabeza. La conversación estaba terminada. Nuestra única oportunidad de hablar se había ido para siempre.
BOHR                      Porque ya había comprendido el punto central. Que por un camino u otro veía la posibilidad de proveerle a Hitler armas nucleares.
HEISENBERG         Comprendió por lo menos cuatro puntos centrales, todos equivocados. Le dijo a Rozental que yo había intentado sonsacarle lo que usted sabía de la fisión. Le dijo a Weisskopf que yo le había preguntado qué sabía del programa nuclear aliado. Chadwick entendió que yo intentaba persuadirlo a usted de que no existía un programa alemán. ¡Pero también parece que usted le contó a alguna gente que yo quería reclutarlo para trabajar para nosotros!
BOHR                      Muy bien. Empecemos todo desde el principio. No hay hombres de la Gestapo en las sombras. No hay un oficial de inteligencia británica. Nadie nos observa.
MARGARITA          Sólo yo.
BOHR                      Sólo Margarita. Vamos a dejarle todo claro a Margarita. Usted sabe que yo creo fervientemente que no hacemos ciencia para nosotros, que la hacemos para poder explicársela a otros...
HEISENBERG         En un lenguaje sencillo.
BOHR                      En un lenguaje sencillo. No es su posición, lo sé; usted podría tranquilamente describir lo que está investigando en ecuaciones diferenciales si es posible, pero por Margarita...
HEISENBERG         Un lenguaje sencillo
BOHR                      Un lenguaje sencillo. Está bien, así que aquí estamos, caminando por la calle una vez más. Y esta vez estoy totalmente tranquilo. Lo escucho con atención. ¿Qué quiere decirme?
HEISENBERG         ¡No es sólo lo que yo quiero decirle! ¡Es todo el equipo nuclear alemán en Berlín! No Diebner, por supuesto, no los nazis; pero Weizsäcker, Hahn, todos ellos querían que viniera y que lo discutiera con usted. Todos lo vemos como una especie de padre espiritual.
MARGARITA          El Papa. Así lo llamaban a sus espaldas. Y ahora quiere que les dé la absolución.
HEISENBERG         ¿Absolución? ¡No!
MARGARITA          Es lo que dicen sus colegas alemanes.
HEISENBERG         La absolución es lo último que quiero.
MARGARITA          Usted le dijo a un historiador que lo habían expresado perfectamente.
HEISENBERG         ¿Sí? Absolución... ¿Es por eso que he venido? Es como tratar de acordarme de  todas las distintas explicaciones de todo lo que hice... Pero ahora la palabra absolución se está sentando entre ellas...
MARGARITA          Aunque yo pensaba que la absolución se otorgaba por los pecados ya cometidos y por su arrepentimiento, no para los pecados que se querían cometer y todavía no se habían realizado.
HEISENBERG         ¡Exactamente! ¡Por eso yo quedé estupefacto!
BOHR                      ¿Usted quedó estupefacto?
HEISENBERG         ¡Porque usted me dio la absolución! ¡Eso es exactamente lo que hizo! Mientras regresábamos rápidamente a la casa. Dijo algo en voz baja acerca de que todos durante una guerra estaban obligados a hacer lo mejor posible por su país. ¿Sí?
BOHR                      Dios sabe qué dije. Pero ahora estoy acá, muy tranquilo y consciente, midiendo mis palabras. No quiere absolución. Entiendo. ¿Quiere que le diga que no lo haga? Está bien. Pongo mi mano sobre su brazo. Lo miro a los ojos en mi modo más papal. Regrese a Alemania, Heisenberg. Reuna a sus colegas en el laboratorio. Súbase a una mesa y dígales: “Dice Niels Bohr que desde su estudiado punto de vista, proveerle a un homicida maníaco un instrumento sofisticado de asesinato masivo es...” ¿Qué puedo decir? “...una idea interesante.” No, ni siquiera una idea interesante. “...en realidad, más bien, una idea seriamente poco interesante”. ¿Qué sucede? ¿Todos abandonan instantáneamente sus contadores Geiger, cierran todo con llave y se van a la casa ?
HEISENBERG         No, obviamente.
BOHR                      Porque los arrestarían.
HEISENBERG         Si nos arrestan o no, no cambia nada. Al contrario, empeorarían las cosas. Yo dirijo el programa para el Instituto de Ciencias. Pero hay otro programa del ejercito, dirigido por Kurt Diebner y él es del partido. Si yo no estoy, simplemente harán que Diebner se haga cargo del mío también. Mi única esperanza es seguir yo a cargo del programa.
BOHR                      Así que no quiere que le diga sí y no quiere que le diga no.
HEISENBERG         Lo que quiero es que escuche atentamente lo que voy a decirle ahora y que no salga disparado como un loco por la calle.
BOHR                      Muy bien. Acá estoy caminando muy lenta y papalmente. Y escucho atentamente mientras me dice que...
HEISENBERG         Que las armas nucleares requerirán un enorme esfuerzo técnico.
BOHR                      Cierto.
HEISENBERG         Que demandarán enormes recursos.
BOHR                      Recursos enormes. Cierto.
HEISENBERG         Que antes o después, los gobiernos tendrán que preguntarles a los científicos si vale la pena comprometer esos recursos; si existe la esperanza de producir esas armas a tiempo para que ellos las usen.
BOHR                      Por supuesto, pero...
HEISENBERG         Espere. Tendrán que venir a usted y a mi. Nosotros somos los que tendremos que aconsejarles si vale la pena seguir adelante o no. Al final de cuentas la decisión estará en nuestras manos, nos guste o no.
BOHR                      ¿Y eso es lo que quiere decirme?
HEISENBERG         Eso es lo que quiero decirle.
BOHR                      ¿Es por eso que le ha costado tanto llegar hasta aquí? ¿Por eso tiró por la borda casi veinte años de amistad? ¿Simplemente para decirme eso?
HEISENBERG         Simplemente para decirle eso.
BOHR                      ¡Pero, Heisenberg, esto es más misterioso todavía! ¿Para qué me lo cuenta? ¿Qué quiere que haga? ¡El gobierno de ocupación de Dinamarca no va a venir a preguntarme si deberíamos producir armas nucleares!
HEISENBERG         ¡No, pero tarde o temprano, si logro permanecer a cargo del programa, el gobierno alemán va a preguntármelo a mí! ¡Me preguntarán a mí si continuamos o no! ¡Yo tendré que decidir qué responderles!
BOHR                      Entonces tiene una salida fácil a sus problemas. Sencillamente cuénteles la verdad que me acaba de contar a mí. Les dice que es muy difícil. Y quizás se desanimen. Quizás pierdan interés.
HEISENBERG         Pero, Bohr, ¿A dónde lleva eso? ¿Cuáles serán las consecuencias si logramos fracasar?
BOHR                      ¿Qué puedo decirle que no pueda decirse usted mismo?
HEISENBERG         Leí en un diario de Estocolmo que los americanos están trabajando sobre una bomba atómica.
BOHR                      Ah, era eso. Era eso. Ahora entiendo todo. ¿Usted cree que estoy en contacto con los americanos?
HEISENBERG         Puede ser. Es posible. Si hay alguien en la Europa ocupada que está en contacto, tiene que ser usted.
BOHR                      Así que, quiere saber sobre el programa nuclear de los aliados.
HEISENBERG         Simplemente quiero saber si existe uno. Una pista. ¡Un indicio! Acabo de traicionar a mi país y arriesgar mi vida para advertirle de la existencia de un programa alemán.
BOHR                      ¿Y ahora yo tengo que devolverle el cumplido?
HEISENBERG         ¡Bohr, tengo que saberlo! ¡Yo soy el que tiene que decidir! Si los aliados están fabricando una bomba, ¿qué estoy eligiendo para mi país? Sería fácil equivocarse y pensar que porque el país de uno es culpable, uno lo ama menos. Nací en Alemania. Es donde me convertí en quien soy. Alemania es todas las caras de mi infancia, todas las manos que me levantaron cuando me caí, todas las voces que me dieron aliento y me señalaron el camino, todos los corazones que le hablan a mi corazón. Alemania es mi madre viuda y mi hermano imposible. Es mi mujer. Alemania es nuestros hijos. ¡Tengo que saber qué estoy decidiendo para ellos! ¿Es otra derrota? ¿Otra pesadilla como la pesadilla en la que me crié? Bohr, mi infancia en Munich terminó en medio de la anarquía y la guerra civil. ¿Van a pasar hambre más niños como nosotros lo pasamos? ¿Van a tener que pasarse las noches de invierno, como yo cuando iba a la escuela, arrastrándose a través de las líneas enemigas, en la oscuridad, para buscar entre la nieve comida para mi familia? ¿Van a pasarse toda una noche, como lo hice yo a los diecisiete, con un fusil en la mano, hablando y hablando con un prisionero aterrorizado que iban a ejecutar en la mañana?
BOHR                      Pero, mi querido Heisenberg, no tengo nada para decirle. No tengo idea de si hay un programa nuclear aliado.
HEISENBERG         Se está poniendo en marcha mientras usted y yo estamos hablando. Y puede ser que esté eligiendo algo peor que la derrota. Porque la bomba que están construyendo es para ser usada contra nosotros. La noche de Hiroshima Oppenheimer dijo que era lo único que lamentaba. Que no habían fabricado la bomba a tiempo para ser usada sobre Alemania.
BOHR                      Se atormento mucho después.
HEISENBERG         Después, sí. Por lo menos nosotros nos atormentamos antes. ¿Acaso uno sólo de ellos se detuvo a pensar por un instante qué estaban haciendo? ¿Lo hizo Oppenheimer o alguno de sus colegas? ¿Lo hizo Einstein cuando le escribió a Roosvelt en 1939 urgiéndolo a financiar una investigación sobre la bomba? ¿Lo hizo usted cuando escapó de Copenhagen dos años más tarde y se unió al equipo de Los Alamos?
BOHR                      ¡Mi querido, mi buen Heisenberg, no le estábamos suministrando la bomba a Hitler!
HEISENBERG         Tampoco la estaban dejando caer sobre la cabeza de Hitler. La estaban arrojando sobre viejos en la calle, sobre madres con sus hijos. Y si la hubieran fabricado a tiempo hubiera sido sobre mis compatriotas. Mi mujer. Mis hijos. Esa era la intención, ¿sí?
BOHR                      Esa era la intención.
HEISENBERG         No tenían la menor idea de qué es lo que pasa cuando se tira una bomba sobre una ciudad. Ni siquiera una bomba convencional. Ninguno de ustedes lo había padecido. Ni uno solo. Me fui caminando una noche desde el centro de Berlín a los suburbios, después de uno de los grandes bombardeos. Toda la ciudad en llamas. Hasta los charcos en las calles están ardiendo. Son charcos de fósforo derretido. Se pega a los zapatos como una caca de perro incandescente. Me lo tengo que sacar constantemente, como si las calles hubiesen sido ensuciadas por una jauría del infierno. Se hubiese reído, mis zapatos estallaban en llamas todo el tiempo. A mi alrededor, supongo, hay miles de personas muriendo quemada. Y lo único que puedo pensar es: “¿cómo voy a conseguir otro par de zapatos en tiempos como éstos?”
BOHR                      Usted sabe por qué los científicos aliados trabajaron en la bomba.
HEISENBERG         Por supuesto. Por miedo.
BOHR                      El mismo miedo que los consumía a ustedes. Porque ellos tenían miedo de que ustedes estuvieran trabajando en ella.
HEISENBERG         ¡Pero, Bohr, usted podría haberles dicho!
BOHR                      ¿Decirles qué?
HEISENBERG         ¡Lo que yo le dije en 1941! ¡Que la elección estaba en nuestras manos! ¡En las mías, en las de Oppenheimer! ¡Que si yo puedo decirles la sencilla verdad cuando me lo pregunten, la desalentadora verdad, él también puede!
BOHR                      ¿Esto es lo que quiere de mí? ¿No que le cuente qué están haciendo los americanos sino que los detenga?
HEISENBERG         Que les diga que podemos detenerlo juntos.
BOHR                      Yo no tenía ninguna comunicación con los americanos.
HEISENBERG         Pero, sí con los británicos.
BOHR                      Sólo más tarde.
HEISENBERG         La Gestapo interceptó el mensaje que les mando acerca de nuestro encuentro.
MARGARITA          ¿Y se lo pasaron a usted?
HEISENBERG         ¿Y por que no? Habían empezado a confiar en mi. Es lo que me dio la posibilidad de mantener la situación bajo control.
BOHR                      No es por criticar, Heisenberg, pero si este es el plan por el que vino a Copenhagen, es... ¿cómo decirlo? Es sumamente interesante.
HEISENBERG         No es un plan. Es una esperanza. Ni siquiera eso. Un delgado, microscópico hilo de posibilidad. Totalmente improbable. ¡Pero que vale la pena intentar, Bohr! ¡Vale la pena intentarlo! Pero ya está muy enojado para entender lo que digo.
MARGARITA          No. ¡Está enojado porque está empezando a entender! Los alemanes se deshacen de la mayoría de sus mejores físicos porque son judíos. Los Estados Unidos y Gran Bretaña les dan asilo. Y sucede que esto puede darles a los aliados una esperanza de salvación. Y usted inmediatamente viene aullándole a Niels, rogándole que los convenza de que se detengan.
BOHR                      Margarita, mi amor, tratemos de expresarnos un poco más civilizadamente.
MARGARITA          Pero, ¡Como se atreve! ¡Como se atreve!
HEISENBERG         Yo me rehusé a creer lo de Hiroshima. La primera vez que lo escuché creí que era uno de los extraños sueños que vivíamos en ese momento. Se volvieron más y más extraños, a medida que Alemania iba cayendo en ruinas en esos últimos meses de la guerra. Pero para entonces estábamos viviendo en el más extraño de todos. Las ruinas habían desaparecido, como sucede en los sueños, y repentinamente, estábamos en una mansión en medio de la campiña inglesa. Nos secuestraron los ingleses, a todo el equipo, todos los que trabajábamos en la investigación atómica. En Alemania, nuestras familias se están muriendo de hambre, y ahí estamos nosotros, sentándonos a la mesa cada noche para participar de una excelente cena formal, con nuestro encantador anfitrión, el oficial inglés encargado de nosotros. Pero la guerra ya terminó. ¿Qué sucede? Quizás, como en una obra de teatro, nos van a despachar sigilosamente, uno a uno. Mientras tanto, todo es encantadoramente civilizado. ¿realmente me han pasado a mí estas cosas?... Esperamos a que nos revelen cuál es el sentido de todo eso. Y una noche sucede. Y es aun más grotesco de lo que temíamos. Lo escuchamos por la radio: ustedes acaban de cometer el hecho por el que nos atormentábamos. Por eso estábamos ahí cenando con nuestro amable anfitrión. Nos encerraron para que no habláramos con nadie del tema hasta que fuera demasiado tarde. Cuando el mayor Rittner nos lo contó, yo me rehusé a creerlo, hasta que lo escuché con mis propios oídos en el noticiero de las nueve. No teníamos ni idea de lo avanzado que estaban. No puedo describir como nos afectó. Nos quedamos despiertos esa noche, hablando, tratando de entender. Estamos todos literalmente estupefactos.
MARGARITA          ¿Por qué  lo hicieron ellos? ¿ O por qué no lo habían hecho ustedes?
HEISENBERG         Las dos cosas. Las dos. Otto Hahn quiere quitarse la vida porque él descubrió la fisión, y ve la sangre en sus manos. Gerlach, nuestro viejo coordinador nazi, también quiere morir, porque sus manos están tan vergonzosamente limpias. Pero ustedes lo hicieron. Construyeron la bomba.
BOHR                      Sí.
HEISENBERG         Y la usaron sobre un blanco humano.
BOHR                      Sobre un blanco humano.
MARGARITA          ¿No querrá sugerir que Niels hizo algo malo por haber trabajado en Los Alamos?
HEISENBERG         Por supuesto que no. Bohr nunca hizo nada malo en su vida.
MARGARITA          La decisión la habían tomado mucho antes de que llegara Niels. La bomba la iban a construir estuviera o no estuviera él.
BOHR                      De todos modos mi contribución fue muy pequeña.
HEISENBERG         Oppenheimer contó que era el padre confesor del equipo.
BOHR                      Parece ser mi rol en la vida.
HEISENBERG         Dijo que la suya fue una contribución importante.
BOHR                      En lo espiritual quizás, no en lo práctico.
HEISENBERG         Fermi dice que fue usted quien resolvió como detonar la bomba de Nagasaki.
BOHR                      Propuse una idea.
MARGARITA          ¿No querrá insinuar que hay algo que Niels deba explicar o defender?
HEISENBERG         Nunca nadie le pidió que explicara o defendiera nada. Es un hombre profundamente bueno.
BOHR                      No se trata de mi bondad. Me ahorraron tener que tomar la decisión.
HEISENBERG         Sí, y a mi no. Con lo cual me pasé los últimos treinta años de mi vida dando explicaciones y defendiéndome. Cuando fui a Estados Unidos, en 1949, muchos físicos ni siquiera me querían dar la mano. Las mismas manos que habían construido la bomba no querían tocar la mía.
MARGARITA          Déjeme decirle que si cree que me está aclarando la situación ahora, se equivoca.
BOHR                      Margarita, yo entiendo sus sentimientos...
MARGARITA          Yo no. ¡Ahora la que esta enojada soy yo! Es muy fácil para él hacerte sentir culpable. ¿Con qué derecho quiere pasarte su pesada carga? ¿Qué hace él, después de su gran consulta con vos? ¡Vuelve a Berlín y les dice a los nazis que él puede producir bombas atómicas!
HEISENBERG         Pero lo que les recalco es la dificultad de separar 235.
MARGARITA          Les cuenta lo del plutonio.
HEISENBERG         Se los cuento a algunos oficiales de menor rango. ¡Tengo que mantenerles viva la esperanza!
MARGARITA          Porque si no mandarán a buscar al otro.
HEISENBERG         A Diebner. Muy posiblemente.
MARGARITA          Siempre hay un Diebner dispuesto a hacerse cargo de nuestros crímenes.
HEISENBERG         Es posible que Diebner logre avanzar más que yo.
BOHR                      ¿Diebner?
HEISENBERG         Es posible. Sólo posible.
BOHR                      ¡No tiene ni un cuarto de su habilidad!
HEISENBERG         Ni un décimo. Pero tiene diez veces más ganas. Le daría una versión muy distinta a Albert Speer, el ministro de armamento de Hitler, si fuera él el que le presentara nuestro caso en esa reunión y no yo.
MARGARITA          La famosa reunión con Speer.
HEISENBERG         Este es el momento importante. El decisivo junio de 1942. Nueve meses después de mi viaje a Copenhagen. Hitler cancela todas las investigaciones que no produzcan resultados inmediatos, y Speer es el único arbitro que decide cuáles programas califican. Y justo acabamos de obtener la primera señal de que nuestro reactor va a funcionar. Nuestro primer incremento de neutrones. No mucho, 13%, pero es un comienzo.
BOHR                      ¿Junio de 1942? Están un poco más adelantados que Fermi en Chicago.
HEISENBERG         Pero no lo sabemos. Además la fuerza aérea inglesa comenzó con sus bombardeos a blancos civiles. Han arrasado con la mitad de Lübeck y todo el centro de Rostock y Colonia. Necesitamos desesperadamente nuevas armas para contraatacar. Es el momento para presentar nuestro caso.
MARGARITA          ¿No le piden los fondos para continuar?
HEISENBERG         ¿Para continuar con el reactor? Por supuesto que sí. Pero le pido tan poco que no se toma el programa en serio.
MARGARITA          ¿Le cuenta que el reactor va a producir plutonio?
HEISENBERG         No le cuento que el reactor va a producir plutonio. No a Speer. No le cuento que el reactor va a producir plutonio.
BOHR                      Una omisión llamativa. Es cierto.
HEISENBERG         ¿Y qué sucede? ¡Funciona! Nos da lo justo para que el programa sobreviva. Y ese es el fin de la bomba atómica alemana. Es el fin.
MARGARITA          Sin embargo siguen con el reactor.
HEISENBERG         Seguimos con el reactor. Porque ahora no corremos el riesgo de producir a tiempo el plutonio suficiente para hacer una bomba. Trabajamos como locos. Lo tenemos que arrastrar de una punta a la otra de Alemania para alejarlo del bombardeo y para que no caiga en manos rusas. Lo instalamos en un pueblito del oeste.
BOHR                      ¿En Haigerloch?
HEISENBERG         La posada del pueblo tiene una bodega en el sótano. Le hacemos un pozo en el piso al reactor y me aseguro que ese programa siga funcionando, bajo mi control hasta el amargo final.
BOHR                      Pero Heisenberg, con respeto, con el mayor respeto, ustedes no podían controlar al reactor. El reactor lo iba a matar.
HEISENBERG         No lo pusimos a prueba. Nunca llegó a una etapa crítica.
BOHR                      Gracias a Dios. Cuando los aliados se hicieron cargo y lo  examinaron, descubrieron que no tenía barras de control de cadmio. No estaba previsto ningún mecanismo para absorber el exceso de neutrones, para poder ralentar la reacción cuando se sobrecalentara. ¡Así que si hubieran llegado a una etapa critica, se hubiera derretido y desaparecido al centro de la tierra!
HEISENBERG         No, para nada. Teníamos un cascote de cadmio.
BOHR                      Un cascote de cadmio? ¿Qué pensaban hacer con un cascote de cadmio?
HEISENBERG         Tirarlo al agua pesada. El moderador en el que estaba inmerso el uranio.
BOHR                      ¡Mi querido Heisenberg, no es por criticar, pero habían enloquecido!
HEISENBERG         ¡Casi llegamos! ¡Teníamos un crecimiento de neutrones espectacular! Llegamos a un crecimiento del 670%.    Una semana más. Quince días más. ¡Es todo lo que necesitábamos!
BOHR                      ¡Sólo los salvó la llegada de los aliados!
HEISENBERG         ¡Casi llegamos a la etapa critica! Un poquito más y la cadena se hubiera sostenido indefinidamente. Sólo necesitamos un poco más de uranio.
BOHR                      ¿Y tenía todo bajo control?
HEISENBERG         ¡Bajo mi control! ¡Sí! ¡Eso es lo que importa! ¡Bajo mi control!
BOHR                      Usted ya no controlaba ese programa, Heisenberg, el programa lo controlaba a usted.
HEISENBERG         Dos semanas más, dos barras más de uranio y hubieran sido los físicos alemanes los que lograban la primera reacción en cadena auto sustentada.
BOHR                      Excepto que Fermi ya lo había logrado en Chicago dos años antes.
HEISENBERG         No lo sabíamos.
BOHR                      No estaban enterados de nada en esa cueva. Los expertos aliados dijeron que ni siquiera tenían algo para protegerlos de la radiación.
HEISENBERG         Sólo podíamos pensar en eso en ese momento. Hacer que funcionara el reactor, hacer que funcionara el reactor.
BOHR                      Yo tendría que haber estado ahí para sosegarlo. Su propio cascote de cadmio.
HEISENBERG         Si hubiera muerto entonces por la radiación, ¿qué me hubiera perdido? Treinta años de explicaciones. Treinta años de reproches y hostilidad. Hasta usted me dio la espalda. A veces pienso que esas semanas en Haigerloch fueron la última época feliz de mi vida. Estábamos libres de la politiquería de Berlín. Fuera del alcance de las bombas. La guerra finalizaba. No teníamos nada en qué pensar, salvo el reactor.
MARGARITA          Mírenlo. Está perdido como un chico. Estuvo jugando en el bosque todo el día, corriendo de un lado para el otro.  Tuvo coraje tuvo miedo. Hizo cosas malas, hizo cosas buenas. Y ahora llegó la noche y lo único que quiere es irse a la casa.
HEISENBERG         Silencio.
BOHR                      Silencio.
MARGARITA          Silencio.
HEISENBERG         Y una vez más el timón se clavó y Cristian se está cayendo.
BOHR                      Una vez más intenta alcanzar el salvavidas.
MARGARITA          Una vez más levanto la vista de mi trabajo y Niels está en la puerta, mirándome silenciosamente...
BOHR                      Entonces, Heisenberg, ¿A qué vino a Copenhagen en 1941? Estuvo bien que nos contara todos los miedos que tenía. Pero no creyó realmente que yo le iba a contar si los americanos estaban trabajando en una bomba.
HEISENBERG         No.
BOHR                      No esperaba en serio que yo los detuviera.
HEISENBERG         No.
BOHR                      Iba a volver a trabajar en el reactor más allá de lo que yo le dijera.
HEISENBERG         Sí.
BOHR                      Entonces, ¿a qué vino?
HEISENBERG         ¿A qué vine?
BOHR                      Cuéntenos nuevamente. Otro borrador. Y esta vez nos saldrá bien. Esta vez entenderemos.
MARGARITA          Hasta puede ser que usted mismo entienda.
BOHR                      Después de todo, el funcionamiento del átomo era difícil de explicar. Hicimos muchos intentos. Con cada intento se volvía más oscuro. Pero al final llegamos. Vamos, otro borrador, otro borrador.
HEISENBERG         ¿A qué vine? Y una vez más recorreré esa noche de 1941. Aplasto las piedritas del camino tan familiar hacia la puerta de entrada de la casa de los Bohr, y hago sonar la campana. ¿Qué tengo en mi cabeza? Miedo, seguro, y la importancia absurda y horrible de alguien que trae malas noticias. Pero... sí... algo más. Aquí viene de nuevo. Casi puedo ver su cara. Algo bueno. Algo luminoso y entusiasta y esperanzador.
BOHR                      Abro la puerta...
HEISENBERG         Y ahí está él. Veo sus ojos que se iluminan al verme.
BOHR                      Sonríe con su sonrisa cautelosa de estudiante.
HEISENBERG         Y siento un momento de mucho consuelo.
MARGARITA          Mírenlos. Todavía padre e hijo. Por un momento. Incluso ahora que estamos todos muertos.
BOHR                      Por un segundo volvemos a los veinte.
HEISENBERG         Y nos hablaremos y entenderemos como entonces.
MARGARITA          Y de esas dos cabezas surgirá el futuro. Qué ciudades serán destruidas y cuáles sobrevivirán. Quién morirá y quién vivirá. Qué mundo desaparecerá y cuál triunfará.
BOHR                      ¡Mi querido Heisenberg!
HEISENBERG         ¡Mi querido Bohr!
BOHR                      Pase, pase...

 

SEGUNDO ACTO

 

 

 

HEISENBERG         La primera vez que vine a Copenhagen fue muy al comienzo de la primavera  en 1924. Marzo.
BOHR                      Usted tenía veintidós. Así que yo debía tener...
HEISENBERG         Treinta y ocho.
BOHR                      Casi la misma edad que usted tenía cuando vino en 1941.
HEISENBERG         ¿Entonces qué hacemos?
BOHR                      Nos ponemos las botas y la mochila.
HEISENBERG         Nos tomamos el tranvía hasta el final del recorrido...
BOHR                      ¡Y caminamos!
HEISENBERG         Hacia el norte, a Elsinore.
BOHR                      Si uno camina habla.
HEISENBERG         Caminamos, hablamos, durante casi doscientos kilómetros.
BOHR                      Y después no paramos de hablar en tres años. Pero tenemos que seguir los hilos hasta el comienzo del laberinto.
MARGARITA          Estoy pendiente de cada paso.
BOHR                      ¿No te importaba? Espero que no.
MARGARITA          ¿Qué?
BOHR                      Que te dejáramos en casa.
MARGARITA          ¿Mientras ustedes se iban a caminar? Por supuesto que no. ¿Por qué me iba a importar? Tenías que salir de casa. Dos hijos nuevos al mismo tiempo era mucho para que lo tolerara cualquier hombre.
BOHR                      ¿Dos hijos nuevos ?
MARGARITA          Heisenberg.
BOHR                      Sí, sí.
MARGARITA          Y nuestro propio hijo.
BOHR                      ¿Aage?
MARGARITA          ¡Ernesto!
BOHR                      1924, por supuesto, Ernesto.
MARGARITA          El quinto. ¿Sí?
BOHR                      Sí, sí, sí. Y era marzo, tenés razón. No tenía más de...
MARGARITA          Una semana.
BOHR                      ¿Una semana? Una semana, sí. ¿Y de verdad no te importaba?
MARGARITA          Para nada. Me ponía contenta que tuvieras una excusa para irte.
HEISENBERG         ¡Ah, aquellos años! ¡Esos años asombrosos! ¡Esos tres cortos años!
BOHR                      De 1924 a 1927.
HEISENBERG         Desde que llegué a Copenhagen a trabajar con usted...
BOHR                      Hasta que se marchó, a hacerse cargo de su cátedra en Leipzig.
HEISENBERG         Tres años de una primavera áspera, envigorizante típica del norte de Europa.
BOHR                      Al final de la cual teníamos la mecánica cuántica, teníamos la teoría de la incertidumbre...
HEISENBERG         Teníamos la teoría de la complementariedad.
BOHR                      Teníamos la totalidad de las interpretaciones del grupo de Copenhagen.
HEISENBERG         Nuevamente Europa en toda su gloria. Un nuevo esclarecimiento, con Alemania otra vez en su merecido lugar, en el centro de todo. ¿Y quiénes guiaron el camino para todos los demás?
MARGARITA          Usted y Niels.
HEISENBERG         Si, lo hicimos.
BOHR                      Lo hicimos.
MARGARITA          ¿Y a eso intentaba volver usted en 1941?
HEISENBERG         A algo que hicimos en aquellos tres años... Algo que dijimos, algo que pensamos... Algo referido al modo en que trabajamos.
BOHR                      Juntos.
HEISENBERG         Juntos. Sí, juntos.
MARGARITA          No.
BOHR                      ¿No?. ¿Qué querés decir, no?
MARGARITA          Juntos no. No hicieron ninguna de esas cosas juntos.
BOHR                      Si, las hicimos. Claro que las hicimos.
MARGARITA   A cada una la hicieron cuando estuvieron separados. Usted primero termino de resolver la mecánica cuántica en Heligoland, dijo que ahí no había nada  que lo distrajese...
HEISENBERG         También por eso Margarita, mi cabeza empezó a despejarse, y tuve esta imagen muy definida de cómo debería ser la física atómica. De pronto me di cuenta que teníamos que limitarla a las mediciones que podíamos hacer, a lo que podíamos observar. No podemos ver los electrones dentro del átomo...
MARGARITA          Como tampoco Niels puede ver los pensamientos en su cabeza o usted los pensamientos en la de Niels.
HEISENBERG         Lo único que podemos ver son los efectos que producen los electrones en la luz que ellos reflejan...
BOHR                      Pero las dificultades que usted intentaba resolver eran aquellas que habíamos explorado juntos, comiendo en el departamento, en la playa de la casa de campo.
HEISENBERG         Por supuesto. Pero recuerdo la noche cuando las matemáticas empezaron por primera vez a armonizar con el principio.
MARGARITA          En Heligoland.
HEISENBERG         En Heligoland.
MARGARITA          Solo.
HEISENBERG         Fue terriblemente agotador. Pero a eso de las tres de la mañana lo logro resolver. Parece como si mirara a través de la superficie del fenómeno atómico y veo un extraño y bello mundo interior. Un mundo de estructuras puramente matemáticas.
HEISENBERG   Y si - estaba feliz.
MARGARITA          Más feliz de lo que estuvo con nosotros el invierno siguiente.
HEISENBERG         ¿Qué dice?, ¿con todas esas tonterías de Schrodinger?
BOHR                      ¿Tonterías? Vamos, vamos. ¿La formulación de la mecánica de las ondas de Schrodinger?
MARGARITA          ... ¡Dijo que era repulsiva!
HEISENBERG         Dije que las consecuencias para la física eran repulsivas. Schrodinger dijo que mis matemáticas eran repulsivas.
BOHR                      A mí me parece recordar que uso la palabra.. bueno, no la voy a repetir delante de una dama.
HEISENBERG         Lo dije en privado. Pero a esa altura se habían vuelto locos.
BOHR                      Por su culpa.
HEISENBERG         Usted lo invitó aquí a Schrodinger...
BOHR                      Para mantener un debate apacible sobre nuestras diferencias.
HEISENBERG         Y usted cayó sobre él como un loco. Lo va a buscar a la estación y usted arremete contra él antes de que siquiera pudiera bajar sus valijas del tren. Y luego la sigue contra él desde las primeras horas de la mañana hasta la medianoche.
BOHR                      ¿Yo la sigo? ¡Él la seguía!
HEISENBERG         ¡Por que usted no quería hacer la menor concesión!
BOHR                      ¡Y él tampoco!
HEISENBERG         ¡Lo hizo enfermar! ¡Tuvo que meterse en la cama para poder alejarse de usted!
BOHR                      Tuvo un leve resfrío con algo de fiebre.
HEISENBERG         ¡Margarita lo tuvo que cuidar!
MARGARITA          Le di cantidades de té y torta para que no se debilitara.
HEISENBERG         ¡Sí, mientras que usted no lo dejó en paz ni en la cama! ¡Se sentó ahí y lo martilló a palabras!
BOHR                      Muy cortésmente.
HEISENBERG         ¡Usted era el Papa y el Santa Oficio y la Inquisición en una sola persona! Y entonces, entonces, después de que Schrödinger se fue huyendo de su casa –y esto no me lo voy a olvidar, Bohr, no voy a dejar que lo olvide nunca – usted se puso de su lado. ¡Me atacó a mí!
BOHR                      Porque a esa altura usted había enloquecido. Se había vuelto un fanático. De ninguna manera quería permitirle un lugar en la mecánica cuántica a la teoría ondulatoria.
HEISENBERG         ¡Usted me traicionó!
BOHR                      Dije que la mecánica ondulatoria y la mecánica de las matrices eran simplemente herramientas alternativas.
HEISENBERG         Algo de lo que siempre me acusa a mí: “Si funciona, funciona”. No importa el significado.
BOHR                      Por supuesto que me importa el significado.
MARGARITA          ¡Seguían discutiendo hasta la madrugada todas las noches! ¡Los dos se enojaban tanto!
BOHR                      Quedábamos exhaustos.
MARGARITA          El experimento de la cámara de nubes terminó con esas discusiones.
BOHR                      Sí, porque si se desprende un electrón de su átomo, y pasa a través de una cámara de nubes, se puede ver la huella que deja.
HEISENBERG         Y es un escándalo. ¡Porque no debería haber una huella!
MARGARITA          De acuerdo a su teoría de la mecánica cuántica.
HEISENBERG         ¡No hay una huella! ¡No hay órbitas! ¡Ni huellas ni trayectorias! ¡Sólo efectos externos!
MARGARITA          Pero ahí está la huella. La vi yo misma, tan clara como la estela que deja un barco que acaba de pasar.
BOHR                      Era una paradoja fascinante.
HEISENBERG         Y a usted le encantaban las paradojas, ese es su problema. Se regodeaba en las contradicciones.
BOHR                      Sí, y usted nunca ha podido entender el encanto que hay en la paradoja y la contradicción. Ese es su problema. Usted vive y respira paradojas y contradicciones, pero no es capaz de ver la belleza de ellas, como el pez no puede ver la belleza del agua.
HEISENBERG         A veces me sentía atrapado en una especie de infierno sin ventanas. Usted no se da cuenta de lo agresivo que es. Merodeando por la habitación como si estuviera por comerse a alguien - y yo puedo adivinar quién va a ser ése.
BOHR                      Pero así hacíamos la física.
MARGARITA          No. ¡No! ¡Al final lo hiciste por tu cuenta, solo! Te fuiste a esquiar a Noruega.
BOHR                      ¡Tenía que alejarme de todo eso!
MARGARITA          ¡Y  resolviste la complementariedad, en Noruega, por tu cuenta! Ustedes dos funcionan mucho mejor por separado.
HEISENBERG         Tenerlo a él lejos, fue un gran alivio, como poder escaparle a mi alergia en Heligoland.
MARGARITA          Si yo fuera el maestro no les dejaría sentarse juntos.
HEISENBERG         Y ahí fue cuando desarrollé la teoría de la incertidumbre. Caminando solo por el parque detrás del instituto, una  noche de invierno. Solo en la oscuridad. Empiezo a pensar qué vería usted, si pudiese enfocar un telescopio sobre mí, desde las montañas de Noruega. Me vería junto a los faroles de la calle, luego nada mientras yo me desvanecía en la oscuridad, luego otro vistazo mientras paso por la luz de la glorieta. Y eso es lo que vemos en la cámara de nubes. No una huella continua sino una serie de visiones breves - una serie de colisiones entre el electrón que pasa y varias moléculas de vapor de agua... Por que lo que vemos en la cámara de nubes ni siquiera son las colisiones en si mismas, sino las gotas de agua que se condensan alrededor de ellas. No sé por qué no se nos ocurrió antes, excepto que estábamos demasiado ocupados discutiendo para siquiera pensar.
BOHR                      En cambio parecía que usted había abandonado todo tipo de discusión. ¡Cuándo regresé de Noruega me encontré con que usted había hecho un borrador de su trabajo sobre la teoría de la incertidumbre y que ya lo había mandado a publicar!
MARGARITA          Y entonces comienza una batalla aún peor.
BOHR                      ¡Mi muy querido Heisenberg, no es un comportamiento muy franco apurarse a imprimir un primer borrador antes de haberlo discutido juntos! ¡Esa no es nuestra manera de trabajar!
HEISENBERG         ¡No! ¡La manera en que trabajamos es que usted me acosa desde la primera hora en la mañana hasta la última hora de la noche! ¡La manera en que trabajamos es que usted me vuelve loco!
BOHR                      Sí, por que su informe tiene un error fundamental.
MARGARITA          Ahí estan en pleno combate.
HEISENBERG         No, pero yo le muestro la verdad más extraña acerca del universo con la que jamás nos hayamos topado desde la teoría de la relatividad: que nunca se puede saber todo sobre el paradero de una partícula, o de cualquier otra cosa – ni siquiera de Bohr ahora, mientras da vueltas de un lado al otro de la habitación  de ese modo suyo tan irritante – porque  no podemos observarla sin introducir un nuevo elemento en la situación, una molécula de vapor de agua para que la choque, o una partícula de luz, cosas que tienen energía propia, y que por lo tanto producen un efecto sobre lo que chocan. Un efecto pequeño en el caso de Bohr...
BOHR                      Sí. Si sabe dónde me encuentro con el tipo de exactitud de la que hablamos al referirnos a las partículas, usted todavía puede medir mi velocidad con una aproximación ¿de?
HEISENBERG         Algo así como un billonésimo de un billonésimo de kilómetro por segundo. Sin embargo, el punto teórico sigue siendo que usted no tiene ninguna situación determinada en el mundo, lo cual – entre otras cosas – hace polvo la idea de la causalidad, todo el fundamento de la Ciencia, porque si uno no sabe cómo son las cosas hoy, ciertamente no puede saber cómo van a ser mañana. Yo hago añicos el universo objetivo que lo rodea, ¡y lo único que puede decirme es que tengo un error en la formulación!
BOHR                      ¡Y lo tiene!
MARGARITA          ¿Alguien quiere té? ¿Torta?
HEISENBERG         Escúcheme, en mi tesis lo que intentamos localizar no es un electrón libre, de viaje a través de una cámara de nubes, sino a un electrón cuando está en casa, dando vueltas adentro de un átomo...
BOHR                      Y la incertidumbre no surge, como usted sostiene – a través de su impreciso retroceso cuando es golpeado por un fotón que avanza...
HEISENBERG         ¡Lenguaje sencillo, lenguaje sencillo!
BOHR                      Estoy hablando en un lenguaje sencillo.
HEISENBERG         Escuche...
BOHR                      El lenguaje de la mecánica clásica.
HEISENBERG         ¡Escuche! Copenhagen es un átomo. Margarita es su núcleo. ¿Está bien la escala? ¿Diez mil a uno?
BOHR                      Sí, sí.
HEISENBERG         Y Bohr es un electrón. Está paseando por alguna parte de la ciudad en la oscuridad, nadie sabe dónde. Está aquí, está allá, está en todas partes y en ninguna. Yo soy un fotón. Un quantum de luz. Soy enviado dentro de la oscuridad para encontrar a Bohr. Y tengo éxito, porque logro chocar con él... ¿Pero, qué ha sucedido? ¡Mire, se desacelero! ¡Se desvío! ¡Ya no está haciendo exactamente lo mismo que tan irritantemente estaba haciendo cuando lo choqué!
BOHR                      ¡Pero Heisenberg, Heisenberg! ¡Usted también ha sido desviado! ¡Si la gente puede ver qué ha sucedido con usted y con su partícula de luz entonces pueden calcular qué me ha pasado a mí! ¡El problema es saber qué le ha sucedido a usted! Porque para comprender cómo la gente lo ve a usted, nosotros tenemos que tratarlo no solo como a una partícula, sino como a una onda. Tengo que usar no sólo su mecánica sobre las partículas, también tengo que usar la función de la mecánica ondulatoria de Schrödinger.
HEISENBERG         Ya lo sé, lo añadí en una posdata a mi artículo.
BOHR                      Todos recuerdan su informe, pero nadie recuerda su posdata. Pero el asunto es fundamental. Las partículas son cosas, completas en sí mismas. Las ondas son alteraciones que se producen en otras cosas.
HEISENBERG         Ya lo sé. La complementariedad. Está en la posdata.
 BOHR                     Usted nunca aceptó absoluta y totalmente la teoría de la complementariedad,  ¿verdad?
HEISENBERG         ¡Sí! ¡Absoluta y totalmente! ¡La defendí en la Conferencia de Como de 1927! Soy un fiel partidario desde entonces. Me convenció. Acepté sus críticas humildemente.
BOHR                      No antes de decirme algunas cosas profundamente hirientes.
HEISENBERG         ¡Ay, Dios mío, en un momento usted literalmente me hizo llorar!
BOHR                      Perdone, pero yo las diagnostiqué como lágrimas de frustración y de rabia.
HEISENBERG         ¿Un berrinche infantil?
BOHR                      Yo crié mis hijos.
HEISENBERG         ¿Y qué pasó con Margarita? ¿Ella también tuvo una rabieta? Klein me contó que usted la hizo llorar después que me fui, haciéndola tipear sus interminables correcciones de su tesis sobre la complementariedad.
BOHR                      De eso no me acuerdo.
MARGARITA          Yo sí.
HEISENBERG         Tuvimos que arrancarlo de su cama a Pauli en Hamburgo para que viniera una vez más a Copenhagen a negociar la paz.
BOHR                      Lo logró. Terminamos con un tratado. La incertidumbre y la complementariedad se irguieron como los dos pilares centrales de las Interpretación de la Mecánica Cuántica de Copenhagen.
HEISENBERG         Un compromiso político, desde luego, como la mayoría de los tratados.
BOHR                      ¿Ve? En algún lugar dentro suyo todavía hay reparos secretos.
HEISENBERG         Para nada, funciona. Eso es lo que importa. ¡Funciona, funciona, funciona!
BOHR                      Sí, funciona. Pero es más importante que eso. Porque, ¿se da cuenta de qué hicimos en esos tres años, Heisenberg? ¡No quiero exagerar pero nosotros dimos vuelta el mundo como una media! Sí, escuche, presten todos atención: Volvimos a poner al hombre en el centro del universo. A través de la historia somos desplazados continuamente.  Primero nos convertimos en meros accesorios de los insondables propósitos de Dios, diminutas figuras arrodilladas en la gran catedral de la creación. ¡Y ni bien nos recuperamos en el Renacimiento, apenas el hombre se ha restablecido como la medida de todas las cosas – como proclamaba Protágoras – entonces somos desplazados otra vez por los productos de nuestro propio razonamiento! Somos empequeñecidos otra vez mientras los físicos construyen las nuevas catedrales grandiosas de la mecánica clásica  para que nosotros las admiremos.   Hasta que llegamos a principios del siglo veinte, y de repente nos vemos forzados a levantarnos nuevamente de nuestra postración.
HEISENBERG         Empieza con Einstein.
BOHR                      Empieza con Einstein. El muestra que la medida –o  sea la medida de la cual  depende toda la posibilidad de la existencia de la ciencia– la medida, no es un evento impersonal que ocurre con la imparcialidad del universo. Es un acto humano, llevado a cabo desde un punto de vista específico en el tiempo y en el espacio, desde el punto de vista particular de un posible observador. Y aquí, en Copenhagen, en aquellos tres años a mediados de los años veinte, nosotros descubrimos que no hay un universo objetivo determinable con precisión. Que el universo existe sólo como una serie de aproximaciones. Sólo dentro de los límites determinados por nuestra relación con él. Sólo a través del entendimiento alojado en la cabeza del ser humano.
MARGARITA          ¿Entonces este hombre que pusiste en el centro del universo es Bohr o es Heisenberg?
BOHR                      Bueno, mi amor, vamos.
MARGARITA          Es que no es lo mismo.
BOHR                      Cualquiera de los dos. Cualquiera de nosotros.
MARGARITA          Si Heisenberg es el que está en el centro del universo, entonces esa partícula del universo que él no puede ver es el mismo.
HEISENBERG         Así que...
MARGARITA          Así que no tiene sentido preguntarle a él por qué vino a Copenhagen en 1941. ¡El no lo sabe! No consiste en eso la teoría de la complementariedad He tipeado tanto sobre el tema. Si alguien está haciendo algo en lo cuál tiene que concentrarse no puede al mismo tiempo estar pensando en hacerlo, y si piensa en hacerlo entonces en realidad no puede estar haciéndolo. ¿Sí?
HEISENBERG         Doblar a la izquierda, doblar a la derecha, o pensar qué hacer y morir.
BOHR                      Pero después de haberlo hecho...
MARGARITA          Perdóneme pero, para empezar, usted ni siquiera sabe por qué desarrolló la teoría de la incertidumbre.
BOHR                      Mientras que si  sos la que está en el centro del universo...
MARGARITA          Entonces puedo decirle que fue porque quería destruirlo a Schrödinger.
HEISENBERG         Yo quería demostrar que él estaba equivocado, por supuesto.
MARGARITA          Y Schrödinger estaba ganando. Cuando la cátedra de Leipzig quedó vacante aquel otoño, Schrödinger era uno de los candidatos y usted no.Entonces ahí usted publica su maravillosa teoría.
BOHR                      No es por criticar, Margarita, pero tenés una tendencia a reducir todo al plano personal.
MARGARITA          ¡Por que todo es personal! Cuando recuerdo cómo era todo cuando miro a mi alrededor lo que veo no es un cuento! Es confusión y rabia y celos y lágrimas. Porque no sabemos  lo que significan las cosas ni qué camino van a seguir.
HEISENBERG         De todos modos, funciona, funciona.
MARGARITA          Sí, funciona maravillosamente bien. Después de tres meses de haber publicado su tesis sobre la teoría de la incertidumbre le ofrecen la cátedra de Leipzig.
HEISENBERG         No me refería a eso.
MARGARITA          Sin mencionar las otras que le ofrecieron.
HEISENBERG         Si muchas.
BOHR                      Y varias universidades norteamericanas.
HEISENBERG         Pero no me refería a eso.
MARGARITA          ¿Y qué edad tiene cuando se hace cargo de la cátedra en Leipzig?
HEISENBERG         Veintiséis.
BOHR                      El profesor titular más joven de Alemania.
HEISENBERG         Cuando digo que funciona me refiero a la Interpretación de Copenhagen. La Interpretación de Copenhagen funciona.  Y continúa funcionando.
 MARGARITA         Sí. ¿Y por qué al final los dos aceptaron la Interpretación? ¿O en realidad fue porque ustedes querían restablecer el humanismo?
BOHR                      Por supuesto que no. Fue por que era el único modo de explicar los experimentos.
MARGARITA          ¿O fue por que ahora que se había convertido en profesor usted necesitaba crear una doctrina sólidamente establecida para enseñar? ¿O porque usted quería que sus nuevas ideas fueran públicamente respaldadas por el Papa de Copenhagen? Y tal vez Niels consintió en apoyarlas a cambio de que usted aceptase las doctrinas que él había creado. Y si quiere saber a qué vino a Copenhagen en 1941, también se lo voy a decir. Usted tiene razón, no es tan misterioso: vino a mandarse la parte con nosotros.
BOHR                      ¡Margarita!
MARGARITA          ¡No! Cuando llegó acá en 1924 era un humilde asistente de una nación humillada, agradecido por tener trabajo. Y ahora regresa triunfante, el científico más importante de la nación que ha conquistado la mayor parte de Europa. Vino a mostrarnos lo bien que le va en la vida.
BOHR                      ¡Vos no sos así!
MARGARITA          Lo siento, ¿pero no es por eso que está acá? Porque arde en deseos de que sepamos que él está a cargo de alguna pieza vital de alguna investigación secreta. Y que no obstante él ha conservado una elevada independencia moral. La preserva tan claramente que hasta debe ser vigilado por la Gestapo. La preserva con tanto éxito que ahora también sufre un importante y maravilloso dilema moral que debe afrontar.
BOHR                      Sí, bueno, ahora sólo te estás estimulando a vos misma.
MARGARITA          Una reacción en cadena. Uno cuenta una verdad dolorosa y eso lleva a dos más. Y como francamente lo admite, usted va a regresar para continuar haciendo precisamente lo que hacía antes, diga lo que le diga Niels.
HEISENBERG         Sí. Asi es.
MARGARITA          Por que usted, ni soñando renunciaría a una oportunidad tan magnífica para investigar.
HEISENBERG         No, si lo puedo evitar.
MARGARITA          También quiere demostrarle a los nazis lo útil que es la física teórica. Quiere salvar el honor de la ciencia alemana. Quiere estar ahí para restablecerla con toda su gloria en cuanto termine la guerra.
HEISENBERG         De cualquier modo no le cuento a Speer que el reactor...
MARGARITA          ... va a producir plutonio. No, porque teme lo que pasaría si los nazis invierten grandes recursos, y usted fracasa en su intento de darles la bomba. Por favor, no intente decirnos que usted es un héroe de la resistencia.
HEISENBERG         Nunca pretendí ser un héroe.
MARGARITA          Su talento reside en esquiar tan rápido que nadie puede ver en dónde está. Siempre en más de una posición a la vez, como una de sus partículas.
HEISENBERG         Sólo puedo decir que funcionó. A diferencia de lo que le pasó a la mayoría de los héroes de la resistencia. ¡Funcionó! Sé lo que piensan. Piensan que tendría que haberme unido al complot contra Hitler, para que me ahorcasen como al resto.
BOHR                      Desde luego que no.
HEISENBERG         No lo dicen, porque hay algunas cosas que es mejor no hablar. Pero lo piensan.
BOHR                      No.
HEISENBERG         ¿Qué habría logrado? ¿Qué habría conseguido si se hubiera arrojado para salvar a Cristian y se hubiera ahogado también? Pero eso tampoco se puede decir.
BOHR                      Sólo pensarse.
HEISENBERG         Sí. Lo siento.
BOHR                      Y volver a pensar y pensar. Cada día.
HEISENBERG         Y a usted lo tuvieron que sujetar para que no se tirara, lo sé.
MARGARITA          Mientras que usted se sujetó a  sí mismo...
HEISENBERG         Sin embargo es mejor quedarse en el barco. Es mejor mantenerse vivo, y arrojar el salvavidas. ¡Sin ninguna duda!
BOHR                      Tal vez sí. Tal vez no.
HEISENBERG         Es mejor. Es mejor.
MARGARITA          Realmente es increíble. Los dos razonaron el camino hacia el minúsculo mundo del átomo con una precisión y una delicadeza asombrosa. Ahora resulta que todo depende de estos objetos realmente inmensos que tenemos sobre los hombros. Y lo que está sucediendo ahí es...
HEISENBERG         Elsinore. La oscuridad dentro del alma humana.
MARGARITA          Elsinore, sí.
HEISENBERG         Y quizás tenga razón. Sí, tenía miedo de las consecuencias. Yo era consciente de que estaba del lado de los ganadores... ¡Tantas explicaciones para todo lo que hice!  No le conté a Speer simplemente por que no se me ocurrió. Vine a Copenhagen simplemente por que sí se me ocurrió. Un millón de cosas que podríamos hacer o no todos los días. Un millón de decisiones que se toman solas. ¿Por qué no me mató?
BOHR                      ¿Por qué no lo...?
HEISENBERG         Matarme. Asesinarme. Aquella noche de 1941. Ahí estamos, caminando, regresando a la casa, y usted acaba de llegar a la conclusión de que le voy a proveer a Hitler armas nucleares. Seguramente usted va a tomar los recaudos necesarios para que eso no suceda.
BOHR                      ¿Asesinándolo?
HEISENBERG         Estamos en medio de una guerra. Soy un enemigo. No hay nada extraño o inmoral en matar a un enemigo. Puede hacerlo sin ruido, sin sangre, sin sufrimiento. Tan limpiamente como un piloto que aprieta un botón a tres mil metros de altura dejando caer una bomba sobre la tierra. Simplemente espera a que me haya ido. Se sienta tranquilamente en su sillón favorito y le repite en voz alta a Margarita, frente a nuestro público invisible, lo que acabo de contarle, y yo estaré muerto en muy poco tiempo.
BOHR                      Mi querido Heisenberg, la idea es desde luego...
HEISENBERG         De lo más interesante. Tan interesante que ni siquiera se le ocurrió. Una vez más, la complementariedad. Yo soy su enemigo; también soy su amigo. Soy un peligro para la humanidad; también soy su invitado. Soy una partícula; también soy una onda. Tenemos un conjunto de obligaciones para con el mundo en general, y otro conjunto de obligaciones irreconciliables con nuestros compatriotas, con nuestros vecinos, nuestros amigos, familia, hijos. Tenemos que atravesar no dos sino veintidós ranuras al mismo tiempo.
MARGARITA          Le voy a contar otro motivo por el que hizo la teoría de la incertidumbre; usted tiene una afinidad natural por ella.
HEISENBERG         Bueno, le debe resultar gratificante verme volver derrotado en 1947. Arrastrándome por el piso nuevamente. Con mi nación en ruinas otra vez.
MARGARITA          En realidad no. Está demostrando que en lo personal ha salido victorioso una vez más.
HEISENBERG         ¿Mendigando paquetes de comida?
MARGARITA          No. Cuando se queda en Göttingen bajo protección británica, a cargo de la ciencia alemana de posguerra.
HEISENBERG         El primer año en Göttingen dormí sobre paja.
MARGARITA          Isabel me contó que después tuvieron una casa encantadora.
HEISENBERG         Me la dieron los británicos.
MARGARITA          Sus nuevos padres adoptivos. Que se la habían confiscado a otro.
BOHR                      Suficiente, mi amor, basta.
MARGARITA          No, me tragué mis pensamientos durante todos estos años. ¡Pero es enloquecedor que este hijo nuestro, tan inteligente, esté permanentemente rogando que le digamos cuáles son los límites de su libertad, para después ir y transgredirlos! ¿Arrastrándose por el piso? ¡El que está arrastrándose es mi querido y buen marido! Literalmente. Arrastrándose hacia la playa en la oscuridad, en 1943, huyendo de su patria como un ladrón en la noche, para que no lo asesinen. La protección de la embajada alemana de la que usted se jactaba no duró mucho. Nos incorporaron a los enemigos del Reich.
HEISENBERG         Yo se los advertí en 1941. No me escucharon. Por lo menos Bohr escapó a Suecia.
MARGARITA          ¿Sí? ¿Y dónde está usted mientras tanto? Encerrado en una cueva como un salvaje, tratando de conjurar a  un espíritu diabólico. Al final, a eso se redujo toda esa primavera luminosa de los años 20, eso fue lo que produjo: una máquina más eficiente para matar gente.
BOHR                      Se me rompe el corazón cada vez que lo pienso.
HEISENBERG         Nos rompió el corazón a todos.
MARGARITA          Y esta máquina maravillosa todavía puede llegar a matar a cada hombre, a cada mujer y a cada niño del planeta. ¿Y si nosotros somos realmente el centro del universo, si nosotros somos realmente lo único que mantiene su existencia, qué va a quedar?
BOHR                      La oscuridad. Una oscuridad total y final.
MARGARITA          Hasta las preguntas que nos atormentan al final se extinguirán. Hasta los fantasmas se morirán.
HEISENBERG         Lo único que puedo decir es que yo no lo hice. Yo no fabriqué la bomba.
MARGARITA          ¿No, y por qué? También le voy a decir eso. Es la razón más sencilla de todas. Por que no pudo. Usted no entendía la física.
HEISENBERG         Eso dijo Goudsmit.
MARGARITA          Y Goudsmit sabía lo que decía.Era uno de los miembros de su círculo mágico.
HEISENBERG         Si pero él no tenía ni idea de lo que yo comprendía o no respecto a la bomba.
MARGARITA          Lo buscó por toda Europa para la inteligencia de los aliados. Él lo interrogó cuando usted fue capturado.
HEISENBERG         Me culpó a mí, por supuesto. Sus padres habían muerto en Auschwitz.Pensaba que yo debería haber hecho algo para salvarlos. No sé qué.
MARGARITA          Él dijo que usted no entendía la diferencia crucial entre un reactor y una bomba.
HEISENBERG         Yo la entendía muy claramente. Simplemente no se lo dije a los demás.
MARGARITA          Ah.
HEISENBERG         Pero la entendía.
MARGARITA          Secretamente.
HEISENBERG         Puede chequearlo si no me cree.
MARGARITA          ¿Hay evidencia, por una vez?
HEISENBERG         Todo fue registrado con mucho cuidado.
MARGARITA          ¿Hay testigos?
HEISENBERG         Testigos intachables.
MARGARITA          ¿Qué lo escribieron?
HEISENBERG         Que lo grabaron y lo transcribieron.
MARGARITA          ¿A pesar de que usted no se lo contó a nadie?
HEISENBERG         Se lo conté a una persona. Se lo conté a Otto Hahn. Esa noche terrible en Farm Hall, después de que escuchamos el noticiero. Cuando quedamos solos. Le di una explicación más que razonable de cómo había funcionado la bomba.
MARGARITA          ¿Después del hecho?
HEISENBERG         Después del hecho. Sí. Cuando ya no importaba. Todas las cosas que Goudsmit decía que yo no entendía. Los neutrones rápidos en el 235. La opción del plutonio. Una capa reflectora para reducir la fuga de neutrones. Hasta el método para detonarla.
BOHR                      La masa crítica. Eso era lo más importante. La cantidad de material que se necesitaba para establecer la reacción en cadena. ¿Le dijo a él cuál era la masa crítica?
HEISENBERG         Le di una cifra, sí. ¡Averiguelo si no me cree! Tenían micrófonos por todas partes... estaban grabando todo.  Todo lo que dijimos. Todo lo que le conté a Hahn esa madrugada.
BOHR                      Pero la masa crítica. Usted le dio una cifra. ¿Cuánto era?
HEISENBERG         Me olvidé.
BOHR                      Heisenberg...
HEISENBERG         Está en los grabaciones. Usted mismo puede escucharlo.
BOHR                      La cifra para la bomba de Hiroshima...
HEISENBERG         Era de cincuenta kilos.
BOHR                      ¿Esa fue la cifra que le dio a Hahn? ¿Cincuenta kilos?
HEISENBERG         Le dije una tonelada aproximadamente.
BOHR                      ¿Una tonelada? ¿Mil kilos? Heisenberg, creo que por fin estoy empezando a entender algo.
HEISENBERG         Lo único en lo que estaba equivocado.
BOHR                      Estaba excedido veinte veces.
HEISENBERG         Lo único.
BOHR                      Pero Heisenberg, ¡sus matemáticas, sus matemáticas! ¿Cómo podía equivocarse tanto?
HEISENBERG         No lo estaban. En cuanto calculé la difusión obtuve el resultado correcto.
BOHR                      ¿Apenas la calculó?
HEISENBERG         Una semana después les di a todos una conferencia sobre eso. ¡Está grabado! ¡Búsquelo!
BOHR                      Quiere decir... ¿que no lo había calculado antes? ¿No había hecho la ecuación de difusión?
HEISENBERG         No lo hice.
BOHR                      Y por eso estaba tan confiado en que no iba a poder hacer la bomba hasta que no obtuviera el plutonio. Porque se pasó toda la guerra creyendo que se necesitaba  una tonelada de 235 y no unos pocos kilos. Y para obtener una tonelada de 235 en un tiempo posible...
HEISENBERG         Hubiera necesitado algo así como doscientos millones de separadores. Era claramente inimaginable.
BOHR                      Si se hubiera dado cuenta de que sólo tenía que producir unos pocos kilos...
HEISENBERG         Hasta para hacer un kilo se hubieran necesitado aproximadamente doscientos mil separadores.
BOHR                      Pero doscientos millones es una cosa; doscientos mil es otra, y su construcción es posible de imaginar.
HEISENBERG         Es posible.
BOHR                      Los americanos sí se lo imaginaron.
HEISENBERG         Por que Otto Frisch y Rudolf Peierls hicieron el cálculo. Resolvieron la ecuación de difusión.
HEISENBERG         Tendrían que haber estado haciendo sus cálculos para nosotros, en Berlín. Pero en vez de eso, lo hicieron en  Inglaterra.
MARGARITA          Porque eran judíos.
BOHR                      Y descubrieron lo rápido que iba a ir la reacción en cadena.
HEISENBERG         Y por lo tanto el poco material que se iba a necesitar. Un poco mas de medio kilo.
BOHR                      Estaban equivocados por supuesto. Lo hacían parecer cien veces más imaginable de lo que en realidad era.
HEISENBERG         En cambio, yo hice que pareciera veinte veces menos imaginable.
BOHR                      Así que podría haber fabricado la bomba sin construir un reactor. Lo podría haber hecho con el 235 desde el principio.
HEISENBERG         Podía ser posible.
BOHR                      Y ese problema usted lo había resuelto mucho antes de llegar a Copenhagen. Simplemente al no tratar de probar la ecuación de difusión.
HEISENBERG         Qué falla más insignificante.
BOHR                      Pero las consecuencias fueron enormes.
HEISENBERG         Tan grandes como para salvar a una ciudad. ¿Cuál ciudad? Cualquiera de las ciudades sobre las que nunca arrojamos nuestra bomba.
BOHR                      Londres, supongo, si la hubieran tenido a tiempo. Pero si los americanos ya habían ingresado a la guerra, y los aliados habían comenzado a liberar Europa, entonces...
HEISENBERG         ¿Quién sabe? París también. Amsterdam. Tal vez, Copenhagen.
BOHR                      Entonces Heisenberg, cuéntenos algo muy simple: ¿por qué no hizo los cálculos?
HEISENBERG         ¡No lo sé! ¡No sé por qué no lo hice! ¡Porque no se me ocurrió! ¡Porque no lo pensé! ¡Porque supuse que no valía la pena hacerlo!
BOHR                      ¿Supuso? ¿Supuso? ¡Usted nunca suponía las cosas! ¡Así fue como llegó a la teoría de la incertidumbre, porque rechazó nuestras suposiciones! ¡Usted calculaba, Heisenberg! ¡Usted calculaba todo! ¡Lo primero que usted hacía con un problema era usar las matemáticas!
HEISENBERG         Usted debería haber estado ahí para frenarme.
BOHR                      Sí, no se lo hubiera dejado pasar por alto si yo hubiera estado ahí supervisándolo.
HEISENBERG         ¡A pesar de que usted hizo exactamente la misma suposición! ¡Usted creía que no había peligro por exactamente las mismas razones que yo! ¿Por qué no hizo el cálculo usted?
BOHR                      ¿Por qué no hice el cálculo?
HEISENBERG         ¡Cuéntenos por qué usted no lo calculó y  sabremos por qué no lo hice yo!
BOHR                      ¡Es obvio por qué yo no lo hice!
HEISENBERG         A ver... Continúe.
MARGARITA          ¡Porque él no intentaba fabricar una bomba!
HEISENBERG         Sí. Gracias. Por que él no intentaba fabricar una bomba. Me imagino que a mí me pasaba lo mismo. Porque yo no estaba tratando de construir una bomba. Gracias.
BOHR                      Entonces se engañó a sí mismo, como me pasó a mí en el póker con la escalera real que nunca tuve. Pero en ese caso...
HEISENBERG         ¿Por qué vine a Copenhagen? Sí, ¿por qué vine...?
BOHR                      Analicemos un borrador más, ¿sí? ¡Un borrador final!
HEISENBERG         Y una vez más aplasto las piedritas tan familiares hasta la puerta de la casa de los Bohr y hago sonar la tan familiar campana. ¿Por qué he venido? Lo sé perfectamente bien. Lo sé tan bien que no tengo necesidad de preguntármelo. Hasta que una vez más la pesada puerta se abre.
BOHR                      Él está parado en el umbral de la puerta parpadeando por la repentina inundación de luz que viene del interior de  la casa.
HEISENBERG         Y, repentinamente, las razones que estaban claras dentro de mi cabeza pierden definición. La luz cae sobre ellas y se desparraman.
BOHR                      ¡Mi querido Heisenberg!
HEISENBERG         ¡Mi querido Bohr!
BOHR                      Pase, pase...
HEISENBERG         Qué difícil es ver aún aquello que está frente a nuestros ojos. Lo único que poseemos es el presente, y el presente se disuelve constantemente en el pasado. Bohr desaparece cuando me doy vuelta para mirarla a Margarita.
MARGARITA          Niels tiene razón. Se lo ve más viejo.
BOHR                      Tengo entendido que tuvo algún problema personal.
HEISENBERG         Margarita pasó a la historia mientras me doy vuelta hacia Bohr. Y sin embargo, cuánto mas difícil es vislumbrar lo que hay detrás de nuestros ojos. Aquí estoy, en el centro del universo, y sin embargo, lo único que puedo ver son las dos sonrisas que no me pertenecen.
MARGARITA          ¿Cómo está Isabel? ¿Cómo están los chicos?
HEISENBERG         Muy bien. Mandan cariños... Puedo presentir una tercera sonrisa en la habitación, muy cerca de mí. ¿Podría ser la que, de pronto, veo por un instante en aquel espejo?
MARGARITA          Observo las dos sonrisas en el cuarto, una incómoda y que intenta congraciarse, la otra que se está transformando de cálida a meramente cortés. Sé que hay también hay una tercera sonrisa en la habitación, inalterable, cortés – espero – y cautelosa.
HEISENBERG         ¿Ha podido practicar un poco de esquí?
BOHR                      Yo la miro de reojo a Margarita, y por un instante veo lo que ella puede ver y yo no – a  mí mismo, y  a la sonrisa que se va desvaneciendo de mi cara mientras el pobre Heisenberg sigue metiendo la pata -.
HEISENBERG         Yo los miro a los dos que me miran, y por un segundo veo a la tercera persona en la habitación tan claramente como los veo a ellos. Su huésped inoportuno,  tropezando de una grosería a la otra.
BOHR                      Lo veo mirándome, ansioso, suplicante, intentando que volvamos a los viejos tiempos, y yo veo lo que él ve. Y sí – ahora  viene, ahora viene –, falta alguien en la habitación. Me ve a mí. La ve a Margarita. No se ve a sí mismo.
HEISENBERG         Dos mil millones de personas en el mundo, y el que tiene que decidir su destino es el único que siempre se esconde de mí.
BOHR                      Usted sugirió un paseo.
HEISENBERG         ¿Se acuerda de Elsinore? ¿La oscuridad en el interior del alma humana...?
BOHR                      Y salimos. Hacia fuera, bajo los árboles otoñales. A través de las calles oscurecidas por los posibles bombardeos.
HEISENBERG         Ahora no hay nadie más en el mundo excepto Bohr y ese otro ser invisible. ¿Quién es esta presencia que me envuelve en la oscuridad?
MARGARITA          La partícula que vuela vagando por la oscuridad, y nadie sabe adónde va. Está aquí, está allá, está en todo lugar y en ningún parte.
BOHR                      Con aparente indiferencia él empieza a hacerme la pregunta que estuvo preparando.
HEISENBERG         ¿Tiene uno como físico el derecho moral para trabajar en la explotación práctica de la energía atómica?
MARGARITA          El gran choque.
BOHR                      Yo me detengo. El se detiene...
MARGARITA          Así es como trabajan.
HEISENBERG         Él me mira, horrorizado.
MARGARITA          Ahora, por fin, sabe dónde está y qué está haciendo.
HEISENBERG         El se da vuelta.
MARGARITA          Y apenas comienza el momento del choque, ya se terminó.
BOHR                      Ya estamos regresando apurados a la casa.
MARGARITA          Ya están los dos escapándose uno del otro en la oscuridad.
HEISENBERG         Nuestra conversación se terminó.
BOHR                      Nuestra gran sociedad también.
HEISENBERG         Toda nuestra amistad.
MARGARITA          Y todo con respecto a él se vuelve tan incierto como antes.
BOHR                      A menos que... si... un experimento hipotético... Supongamos por un momento que no me voy volando en la noche. Veamos qué sucede si en cambio recuerdo la figura paternal que se supone que interpreto. Si me detengo, controlo mi enojo y me vuelvo hacia él. Y le pregunto por qué.
HEISENBERG         ¿Por qué?
BOHR                      ¿Por qué está tan seguro de que va a ser tan tranquilizadoramente difícil construir una bomba con el 235? ¿Es por que ha hecho el cálculo?
HEISENBERG         ¿El cálculo?
BOHR                      De la difusión en el 235. No. Es por que no lo ha calculado. Usted ni siquiera consideró calcularlo. Usted no se había dado cuenta conscientemente de que había que hacer un cálculo.
HEISENBERG         Y por supuesto ahora sí me he dado cuenta. En realidad, no sería tan difícil. Veamos... La seccion eficaz de dispersion es de aproximadamente 6 x 10-24, así que el camino libre medio sería... Espere...
BOHR                      Y de pronto un nuevo mundo muy distinto y muy terrible empieza a tomar forma...
MARGARITA          Ese fue el mayor y último pedido que Heisenberg hizo a su amistad con vos. El ser comprendido por vos cuando él no podía comprenderse a sí mismo. Y ese fue el mayor y último acto de amistad que tuviste con él: dejarlo en el error.
HEISENBERG         Sí. Tal vez yo debería agradecérselo.
BOHR                      Quizás debería.
MARGARITA          Como sea, fue el fin de la historia.
BOHR                      Aunque tal vez también yo debería agradecerle a usted algo. Esa noche de verano en 1943, cuando me escapé en el bote pesquero, y los barcos de carga llegaron desde Alemania...
MARGARITA          ¿Y eso qué tiene que ver con Heisenberg?
BOHR                      Cuando los barcos llegaron ese miércoles había ocho mil judíos en Dinamarca que iban a ser arrestados y arrojados en sus bodegas. Al día siguiente, en vísperas del año nuevo judío, cuando la SS empezó a acorralarlos, apenas si se encontraba un judío.
MARGARITA          Habían sido escondidos en las iglesias y los hospitales, y en las casas de los vecinos y en casas de campo.
BOHR                      ¿Y cómo fue posible eso?  Porque alguien en la Embajada Alemana nos había dado el dato.
HEISENBERG         Georg Duckwitz, su especialista en navegación.
BOHR                      ¿Un hombre suyo?
HEISENBERG         Uno de ellos.
BOHR                      Fue un informante increíble. Nos avisó el día anterior a que llegaran los cargueros –el  mismo día que Hitler dio la orden –. Él  nos dio la hora exacta en la que la SS iba a actuar.
MARGARITA          Fue la resistencia la que los sacó de sus escondites y los pasó de contrabando a Suecia.
BOHR                      Que un puñado de nosotros lograra escapar a los barcos de patrulla alemanes en un barco pesquero ya era bastante increíble. Pero que una armada completa lograra pasar con la mayor parte de ocho mil personas a bordo, era como si se abriese el Mar Rojo.
MARGARITA          Yo creía que aquella noche no había barcos patrulleros alemanes...
BOHR                      No. De pronto todo el escuadrón había sido declarado no apto para salir al mar por razones de seguridad.
HEISENBERG         Cómo lo lograron, no me lo puedo imaginar.
BOHR                      Así que quizás debería agradecerle.
HEISENBERG         ¿Por qué?
BOHR                      Por mi vida. Por todas nuestras vidas.
HEISENBERG         A esa altura, no tenía nada que ver conmigo. Lamento decirlo.
BOHR                      Pero luego de que me fui, usted volvió a Copenhagen.
HEISENBERG         Para asegurarme que nuestra gente no se apoderase del Instituto en su ausencia.
BOHR                      Tampoco nunca le agradecí por eso.
HEISENBERG         ¿Sabía que me ofrecieron su ciclotrón?
BOHR                      Usted lo podría haber usado para separar un poco del 235.
HEISENBERG         Mientras tanto, usted se iba desde Suecia a Los Alamos.
BOHR                      Para jugar mi pequeña parte en la muerte de cien mil personas.
MARGARITA          ¡Niels, no hiciste nada malo!
BOHR                      ¿No?
HEISENBERG         Claro que no. Usted fue un buen hombre, del principio al fin, y nadie podría decir lo contrario. Mientras que yo...
BOHR                      Mientras que usted, mi querido Heisenberg, nunca logró contribuir a la muerte de una sola persona en toda su vida.
MARGARITA          Bueno, sí.
HEISENBERG         ¿Sí?
MARGARITA          Una. Esa historia que nos contó. Ese pobre hombre que vigiló toda la noche, cuando era un chico en Munich, mientras él esperaba ser fusilado por la mañana.
BOHR                      Está bien, entonces una. Un alma humana consciente para contraponer al resto de los seres.
MARGARITA          Pero esa única alma era un emperador del universo, no menos que cada uno de nosotros. Hasta que llegó la mañana.
HEISENBERG         No, cuando llegó la mañana yo los convencí para que lo dejasen ir.
BOHR                      Heisenberg, tengo que decir que si a la gente se la va a medir estrictamente en términos de cantidades observables...
HEISENBERG         Entonces nosotros necesitaríamos una nueva y extraña ética cuántica. Habría un lugar en el cielo para mí. Y otro para ese hombre de la SS que me encontré camino a casa desde Haigerloch. Ese fue el fin de mi guerra. Las tropas aliadas nos estaban cercando; no había nada más que pudiéramos hacer. Isabel y los chicos se habían refugiado en un pueblito de Bavaria, así que fui a verlos antes de que me capturasen. Tuve que ir en bicicleta –a  esa altura ya no quedaban trenes ni otro transporte – y tenía que viajar de noche y dormir bajo los arbustos de día, porque de día el cielo estaba plagado de aviones aliados, barriendo los caminos buscando cualquier cosa que se moviera. ¿Esto era lo que había elegido para mi país? ¿Escombros interminables? ¿Este humo perpetuo en el cielo? ¿Estas caras hambrientas? ¿Era responsabilidad mía? Y toda esa gente desesperada en los caminos. Los mas desesperados de todos eran los SS. Bandas de fanáticos con nada que perder, vagando por ahí, fusilando a los desertores, colgándolos de los árboles de los costados del camino. A la segunda noche, de pronto, ¡allí estaba, esa  casaca negra terrible y familiar que surgió de la penumbra frente a mí! En sus labios, mientras me detengo, esa palabra terrible y familiar. “Desertor”, dice él. Se lo ve tan exhausto como yo. Le entrego la orden de viaje que yo mismo me escribí. Pero apenas hay luz para leer y está demasiado cansado para molestarse en mirarla. En cambio, empieza a abrir la funda de su pistola. Me va a pegar un tiro porque es menos trabajo. Y de repente estoy pensando con gran rapidez y con claridad, que es como esquiar o como aquella noche en Heligoland o la otra del parque detrás del Instituto. Viene a mi mente el atado de cigarrillos americanos que tengo en mi bolsillo. Y ya está en mi mano, se lo ofrezco. La solución más desesperada que haya intentado nunca. Lucky Strike, Golpe de Suerte. Cierra la funda, y agarra los cigarrillos... ¡Funcionó, funcionó! Como todas las otras soluciones a todos los otros problemas. Me dejó vivir a cambio de veinte cigarrillos. Y seguí viaje. Tres días y tres noches. A través de los niños que lloraban, perdidos y famélicos, reclutados para pelear, y luego abandonados por sus comandantes. A través de los hambrientos trabajadores esclavos caminando a sus casas en Francia, en Polonia, en Estonia. A través de mi tierra querida. Mi arruinada, deshonrada y querida tierra.
BOHR                      ¡Mi querido Heisenberg, mi querido amigo!
MARGARITA          Silencio. El silencio al que siempre regresamos.
HEISENBERG         Y por supuesto sé en qué están pensando.
MARGARITA          Todos aquellos chicos perdidos en los caminos.
BOHR                      Heisenberg vagando por el mundo, él mismo como un chico perdido.
MARGARITA          Nuestros propios hijos perdidos.
HEISENBERG         Y en el bote,  el timón se atasca una vez más.
BOHR                      ¡Tan cerca, tan cerca! ¡Por tan poco!...
MARGARITA          Niels se para en el vano de la puerta, mirándome, entonces vuelve su cabeza...
HEISENBERG         Y una vez más se hunde dentro de las profundidades del mar.
BOHR                      Antes de que podamos aferrarnos a algo, nuestra vida se ha terminado.
HEISENBERG         Antes de que podamos vislumbrar quién o qué somos, nos hemos ido para siempre  y nos hemos convertido en polvo.
BOHR                      Instalados en todo ese polvo que nosotros levantamos.
MARGARITA          Y tarde o temprano llegará el tiempo en que todos nuestros hijos serán polvo, y luego los hijos de nuestros hijos.
BOHR                      Cuando las decisiones, grandes o pequeñas, no se vuelvan a tomar nunca más. Cuando no haya más incertidumbre, porque no habrá más conocimiento.
MARGARITA          Y cuando todos nuestros ojos se hayan cerrado, cuando hasta los fantasmas se hayan ido... ¿qué quedará de nuestro adorado mundo? ¿De nuestro arruinado, deshonrado y adorado mundo?
HEISENBERG         Pero mientras tanto, en éste muy preciado mientras tanto ahí está. Los árboles del parque. Los lugares amados. Nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Preservados, posiblemente, por aquel momento tan breve en Copenhagen. Por algún acontecimiento que nunca va a ser localizado o definido del todo. Por ese último núcleo de incertidumbre que subyace en el corazón de todo lo que existe.

FIN